El mapa del mundo

Un lugar prometedor para Osama bin Laden

Si, como es habitual en el caso de Al Qaeda, hablamos de franquicias, la organización terrorista no podría haber buscado un lugar mejor para asentarse que Argelia. A diferencia de otros países de Oriente Próximo y el Magreb –donde la sumisión de la población a los regímenes autoritarios es total–, en Argelia persiste una corriente de opinión radical e indomable dispuesta a matar y morir hasta su total aniquilación.

La única esperanza residía en que, por razones culturales o tácticas, los salafistas argelinos hubieran decidido que la de Al Qaeda no era su lucha. Eso parecía en un principio cuando algunos de sus sectores no estaban de acuerdo con prestar el juramento de lealtad a Bin Laden. Aparentemente, esas reticencias desaparecieron y la organización terrorista consiguió un nuevo frente de batalla que quizá en el futuro sea tan sangriento como el iraquí.

Los militares argelinos lo tienen ahora más difícil que en el pasado para acabar con este nuevo adversario. La guerra sucia de los años noventa fue muy eficaz, entre otras cosas por la complicidad manifiesta de los países europeos, pero las reglas son ya diferentes. La elección de los atentados de ayer no puede ser más reveladora: una de las zonas más protegidas de Argel y con mayor presencia de extranjeros y de sedes de organizaciones internacionales. A Al Qaeda no le preocupa que haya una represión brutal. De hecho, la está deseando.

Iñigo Sáenz de Ugarte

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