El mapa del mundo

Fotografiar la ausencia

Unos fijan su mirada en la silueta negra, otros lo hacen en su contorno, blanco. Cientos de fotos lograban alcanzar las portadas de este lado del planeta antes de que la dictadura cerrara los caminos. En ellas, el universo parecía coherente en su desorden: los monjes inermes, los militares armados. Luego, se pudo ver cómo la silueta (negra) avanzó hacia lo previsible: el rojo sangre.

Las dictaduras saben que es más fácil negar lo que no se ve, de ahí que asesinen al fotógrafo y esfumen a los monjes. De ahí también que el ojo occidental crea que, mientras permanezca abierto, su mirada salva. Por eso busco el rostro de las birmanas. En este país no sólo la mitad de la población es monje, la mitad son mujeres, pero no salen en la foto. Tras varias semanas rescaté tan sólo a tres: la que sujeta la imagen de Suu Kyi, la que sostiene un cartel pidiendo la intervención de la ONU y la que camina en silencio con otra pancarta ilegible en la mano.

La evolución del blanco no termina en sangre.

Hubo una cuarta imagen: las víctimas del sida y la vejación del cuerpo. Cuando los ojos que eligen el negro se posan sobre las birmanas, las muestran en los burdeles. Confirmo que el negro tiende al rojo. Al fin rescatan mis ojos a Suu Kyi, junto al enviado de la ONU. Como no sostiene un cartel, subrayo uno de sus textos: "No hay nada que pueda compararse con el valor de las gentes normales cuyos nombres son desconocidos y cuyos sacrificios pasan inadvertidos".

Martha Zein

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