El mapa del mundo

¿Espejismos en Oriente Próximo?

            Existe un número muy limitado de árabes que se han empeñado en cambiar el mundo que les rodea, algunos de ellos con la intención de hacerlo más occidental, aunque esto sea imposible si antes la sociedad musulmana no renuncia a los fundamentos que la envuelven. Es gente con coraje pero su número es tan reducido y su fuerza tan escasa que estamos delante de una tarea imposible. Algunos piensan que asistimos al principio de un cambio, aunque esta opinión me parece muy optimista puesto que esos pioneros carecen de la fuerza necesaria para cambiar la sociedad. Ocurre a menudo que ciertos observadores occidentales se sienten deslumbrados por estos individuos –ni siquiera pueden llamarse grupos– que persiguen el cambio, como le ha ocurrido a la periodista Robin Wright, del Washington Post, que acaba de publicar el libro titulado Dreams and Shadows: The Future of de Middle East.

Para empezar, la especialidad de Wright no es Oriente Próximo, ni conoce bien la historia o la civilización musulmana, y continuamente cae en el error que los filósofos denominan "reificación", es decir aplica conceptos concretos a ideas abstractas. He observado que este es un error bastante frecuente entre los occidentales que no han adquirido unos conocimientos básicos de Oriente Próximo. A pesar de ello, Wright se ha atrevido a escribir casi quinientas páginas sobre el futuro de la región. Una de sus afirmaciones, con la que no estoy de acuerdo, es la siguiente: "El extremismo islámico ya no es la fuerza más importante, interesante o dinámica en Oriente Próximo".

Para justificarla, la periodista afirma que en los albores del siglo veintiuno se está instalando en el mundo árabe una desafiante cultura de cambio que combate el status quo, y que esto se manifiesta con la rebelión de jueces egipcios, las grandes cadenas de televisión del Golfo Pérsico, las feministas magrebíes, valientes periodistas en Marruecos o Casablanca y hombres de negocios de Damasco. Todos ellos luchan por el cambio. No comparto su opinión puesto que esos "desafíos" son muy puntuales y en ningún caso cuentan con el apoyo no ya de la mayoría sino ni siquiera de una minoría tangible. Son casos aislados de personas que viven aisladas en su medio y que se convierten en estrellas por un día antes de ser engullidos por una sociedad que no piensa en términos occidentales. Las ideas de Wrigth son, en una palabra, propias de los neocons que rodean a la administración de Bush, que pecan de una reificación característica de personas que no conocen la civilización musulmana y que ni tan sólo se han preocupado de acercarse a ella. Wright se ha pasado décadas en medio de ese ambiente en Washington y analiza la situación en Oriente Próximo desde una perspectiva muy alejada de la realidad.

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