El mapa del mundo

Sarajevo es ahora Gaza

PERE RUSIÑOL

Sarajevo fue en los años noventa el símbolo de la barbarie: una gran cárcel para centenares de miles de civiles cercados por matones con cañones y fusiles. Los chetniks decían tener sus milenarias razones, claro, pero nadie picó en el anzuelo de escucharlas porque la masacre de gente corriente a manos de poderosos militares situaba el conflicto en un plano distinto, prepolítico: la barbarie anulaba las razones –fueran las que fueran–y así lo entendió Occidente, indignado por las atrocidades de los otros.

Pues bien, Sarajevo es ahora Gaza. Hace más de un año que 1,5 millones de personas se hacinan en un presidio a cielo abierto, sin posibilidades de escapar ni de buscarse el sustento con dignidad, atrapados entre los tanques de un lado y el mar del otro, ante la indiferencia del mundo. Desde hace 11 días, el sitio es directamente masacre.

Como en Sarajevo, las razones –si las hubiera– pasan a un segundo plano. ¿Puede justificarse matar a 13
personas de una misma familia para liquidar a un líder político enemigo, por peligroso que este sea? ¿Se puede sitiar una ciudad con sus niños dentro y descargar con metralla toda la rabia acumulada? ¿Se puede responder al asesinato de 23 personas en una década (víctimas israelíes de misiles de Hamás) con la liquidación de 600 personas en 10 días? ¿Son éstos los valores occidentales? Muchos de los líderes que se desgañitaron por Sarajevo callan, quizá horrorizados al descubrir que los chetniks somos ahora nosotros.

El hombre que diseñó el cerco a Sarajevo está entre rejas, en La Haya, mientras que los responsables de la masacre de Gaza siempre tendrán abiertas las puertas de la Casa Blanca. Pero las mismas multitudes indignadas que entonces llenaron las plazas de España y de Europa vuelven a tomar la calle. No se dejan tomar el pelo.

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