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¿Vuelve la dama de hierro?

Hace cuatro años muchos comentaristas, sobre todo en la prensa internacional, pusieron a Angela Merkel la etiqueta de ser "la Margaret Thatcher alemana". En la campaña de 2005, la heredera de Kohl proponía una política de reformas radicales y su objetivo era alcanzar una mayoría para gobernar junto con los liberales. Pero la Unión Democristiana (CDU) cosechó un resultado insuficiente y Merkel se vio obligada a formar una gran coalición con los socialdemócratas (SPD).

En los cuatro años que duró el experimento, la supuesta dama de hierro se olvidó de su agenda liberal hasta el punto de que parecía estar más cerca de las políticas del SPD que del ala conservadora de su
propio partido.

Ahora, Merkel y la CDU han conseguido su objetivo de formar un Gobierno de centroderecha, pero el precio ha sido muy alto. El histórico éxito de los liberales (FDP) se explica porque muchos votantes conservadores han preferido apoyar al FDP, para evitar que Merkel pudiera caer en la tentación de repetir la gran coalición.

También en el electorado de centroizquierda ha primado el deseo de evitar un nuevo Gobierno entre CDU y SPD. Los socialdemócratas han pagado por su grave error estratégico de descartar cualquier pacto con La Izquierda. Frank-Walter Steinmeier se limitó a pedir el voto para que el SPD pudiera evitar una victoria del centroderecha y así volver a gobernar con Merkel. Ante esta falta de ambición, muchos votantes del SPD se quedaron en casa o prefirieron dar su apoyo a La Izquierda.

En la noche electoral, Merkel aseguraba que no cambiaría su estilo. Pero su nuevo socio, el flamante líder liberal Guido Westerwelle, tiene ahora la sartén por el mango. Puede que, finalmente, a Merkel no le quede más opción que asumir el papel de dama de hierro.

Thilo Schäfer

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