El mapa del mundo

Benazir Bhutto duele

Parece que viniera de muy atrás, de cuando las occidentales mirábamos estupefactas a una mujer al frente de un Gobierno. Veíamos en ella el glamour de las excepciones: mujer en un país musulmán, hija de un presidente asesinado por militares... Abandona su exilio, palabra que resuena en quienes presenciaron el regreso de los expulsados por la dictadura franquista y recibieron a miles de latinoamericanos por idénticas razones.
Su arranque embelesa y luego duele. Para algunos el rechazo estalla al saber que está dispuesta a negociar con Musharraf con tal de ser elegida de nuevo primera ministra. Para otros es el fin de la lírica: dispuesta a defender su reaparición en la política, Benazir ha argumentado que "Osama bin Laden es mucho más popular que Musharraf y yo mucho más popular que Bin Laden".
No es que lleve hasta las últimas consecuencias aquello de que "llegarán otros y nos harán mejores", sino la naturalidad con la que se compara: a un lado un militar golpista, al otro un terrorista internacional, ambos relacionados con los talibanes, todos apoyados por EEUU... Una inquietante tabla de valores.

Para calmar mi desasosiego he inventado su sosias: BB.
También arranca su campaña en Karachi. Sube a uno de esos autobuses en los que "los hombres invaden la zona dedicada a las mujeres" (se quejan sus usuarias) y, retomando la estela de los líderes que erradicaron a la segregación racial, lanza su primer discurso.

Martha Zein

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