el pingue

Sandía sin pepitas

Diario real, página 3838:

Mientras me comía una hamburguesa, el guardaespaldas había terminado con la suya y se disponía a abrir una caja blanca repleta de lo que parecía pollo empanado. Antes de yo terminarla él se recostó sobre el hule del banco y se comió el helado sabor a fresa que regalaban con el menú. Con la mano izquierda, mientras, se sujetaba a la bancada a la vez que estiraba ambas piernas y las abría, creo,  en ángulo de cuarenta y cinco grados. Yo daba el último bocado y él ya estaba sujeto con las dos manos y la cabeza apoyada a la pared, mirando a un punto indefinido. Estaba en trance....

Sandía sin pepitas

La última vez que me sucedió algo así fue con una de las sandías sin pepitas de la finca de Helen. "Te voy a dar esta que tiene una parte de la cáscara amarilla. Esa es buena señal", me dijo. Y era verdad. Apenas la abrí cuando sonó un chasquido y se separó en dos mitades, cada una con una parte de la otra sobresaliendo del plano. Comencé comiéndome el corazón, que primero era de conejo y terminó siendo de toro. Y con esta cara me quedé. Menos mal que la foto me la hizo mi marido, en casa, mientras me maquillaba para la fiesta de cumpleaños de Pitita.

Letrasjuntas nº5

***La imagen corresponde a un dibujo original de Enkel Dika, impreso en una camiseta por Treadless

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