el pingue

Constitución, nieve y matanzas en Riaño

A veces creo que yo nací en la ciudad equivocada. A mí me gusta el frío, la nieve, los carrillos sonrojados, el olor a lumbre, a embutido ahumado, en definitiva, la vida rural. Riaño podría ser el lugar ideal.

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Hace unos días estuve por allí, cocinando caza y pasando buenos ratos mientras nevaba  como si no lo hubiera hecho jamás. Tal fue la nevada que los coches estaban enterrados y apenas se sabía donde yacían si no fuera porque los limpiaparabrisas estaban desplegados. A mí me vinieron a salvar Lorena y su chico, responsables del más que honesto Molino de Huelde

elmolinoblog1.JPGEl restaurante es un espacio repleto de ventanales con vistas a las montañas y al pantano, al que se acercan a diario una buena parte de los trabajadores de los alrededores. Allí se despachan menús generosos y absolutamente deliciosos -doy fe de ellos- y los fines de semana y cuando es menester productos hechos a la parrilla y cocina mucho más elaborada. Los miércoles cocido.

Yo veía comer  a la gente y a la vez sentía la distancia que existe entre quienes a veces cacareamos lo maravilloso de tal o cual menú de postín y lo necesario de que esa cocina tradicional no se pierda. Si alguien piensa que hacer un buen guiso lo sabe hacer cualquiera, desde ya le digo que no. Y si ya cuento que hacerlo con materia digna y por un precio ajustado es producto del saber hacer de quien está en cocina créanme, no es un asunto baladí.

Estos días he podido hablar con Victor Quintillà, del LLuerna de Santa Coloma, sitio más que recomendable, quien me comentaba que la batalla por el menú del día de calidad estaba viviendo una mala temporada. Ya no sólo los precocinados de baja calidad están haciendo estragos sino que la formación de quienes dirigen los restaurantes está viéndose retratada para mal. Jugar es muy fácil, asombrar puede que también, pero convencer que lo anterior es producto del conocimiento y de la reflexión es un verdadera quimera.

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Me gustaría ver cómo se desenvuelven los nuevos cocineros ante jornadas como las de la matanza que en su duodécima edición se están realizando en Riaño. Me gustaría ver cómo preparan los distintos cortes, los distintos guisos, hasta cómo preparan unos buenos chicharrones, de esos que tanto le gustan a Sergi Arola y que habrá comido, entre otras cosas, para celebrar sus sorprendentes, de saque, dos estrellas Michelín.

Malos tiempos para el menú del día y buenos también. Tengo la sensación que quien se curta, quien se parta la "sesera" para sacar buenos guisos a precios razonables en estos tiempos de vacas flacas podrá, en tiempos de bonanza, fabricar a placer combinaciones dignas de cualquier estrellado. Y a un precio justo. ¡A jugar!

Se me olvidaba: ¡Feliz día de la Constitución!

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