el pingue

1961

En 1961 se presentó Plácido, esa película mezcla de mala leche y mordacidad que se sigue programando -¡menos mal!- a partir de la media noche, en nuestra televisión. Estos días he leído que un líder político de nuestro país va a invitar a un "pobre" a la mesa de su despacho si hace un video demostrando que estamos en crisis. ¡Rajoy, querido, esto ya lo rodó Berlanga!Al que vaya a hacer el corto le invito a que vaya tomando imágenes de restaurantes de postín de nuestro país con las mesas vacías y a los dueños sin saber por qué les sucede esto.Le propongo que se lea la noticia venida de Francia en la que se muestra una Tour D'Argent "okupada" por unos ciudadanos, posiblemente sin papeles, que protestan porque allí, en ese local repleto de historia, están trabajando personas sin contrato -aquí aussi-. ¡Qué frescos!. También en el techo del comedor.
Me atrevo a decirle que no hace falta que vaya a no ser que tenga que pagar parte de las letras de su cámara y busque patrocinio -en el caso de Plácido era la letra del motocarro- en la sede del Pepé o del Pesoé.

¿Hay crisis en la hostelería? Pues no lo sé aunque como dijo Solbes en le caso de la economía: "¡si sirve para hacer criba.....!"

El cliente está harto de que le tomen el pelo y la cartera, de que se vista de autor lo que no pasaría de simple copia, de que haya una crítica que hable del lujo como lo mejor, y se olvide de que lo que es un lujo es que lo que se sirva sea bueno y quien lo hace también. ¿Dónde están, entonces, quienes atendidos bajo palio en el hall de entrada, desmenuzan el menú y critican dependiendo, unos del grado de hastío, otros del grado de empacho, otros del grado de mordida, y a la hora de la verdad olvidan?

No sé el rumbo que tomará la gastronomía de relumbrón ni tampoco la del restaurante de barrio y menú del día. Lo que sí sé es que, quienes hacen y hacían cocina de "nueva ola emocional", ahora abren lujosas y modernas casas de comidas donde dan lo que mis alumnos y alumnas llaman "cocina de verdad". Algo se ha hecho mal y pronto se van a ver los resultados. La cocina tecnoemocional no va enganchando al gran público -ha enganchado más el mensaje desafortunado de Santamaría- y, a diferencia de lo que sucede en Francia con su Nouvelle Cuisine, aquí muy poca gente ha hecho suya esta revolución, que lo es.

Hoy el pingue ha regresado y allí, en Macondo, ha quedado el pingüe gourmet. Bienvenidos a bordo, la panza del este casco es amplia. Cabéis todos.

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