el pingue

Primavera. ¡La leche!

Una hora y quince minutos caminando a paso rápido. En el recuerdo, la noticia de que Jordi Estadella "se ha dado el piro" y este mundo de la gastronomía y de la comunicación gastronómica quedan huérfanos. Caminaba recordando esa sonrisa y esa bohonomía inusual. El apretón de manos mirando a los ojos y el "cómo estamos" que me dio la primera vez que le saludé.  Caminaba y recordaba, como Garbancita, su perfecta pronunciación y esa manera de enfrentarse al tendido, haciéndose entender y dando el punto de intensidad y seriedad en cada intervención. No hablé mucho con él pero si observé, durante un debate, que la tontería no formaba parte de su "libro de estilo".

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Sigo. De camino he visto flores repletas de polen, esperando hormigas, abejas, moscardones y algún bicho de mayor tamaño. Quizá me haya quedado ahí, pienso, y esto es un trauma de mi infancia junto a Heidi, a Pedro y al abuelito. No lo sé. La cuestión es que mi parcela está asentada en lo que anteriormente fue una granja lechera. El dueño vendió y yo compré uno de los mini pisos que en la tierra se construyeron.

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Pues bien. En mi pueblo han puesto una máquina expendedora de leche fresca. Una granja familiar palentina ha colocado en la mitad del barrio una caseta y un dispensador a monedas. El primer día había gente de la explotación ganadera explicando el funcionamiento y "la verdad" de sus vacas. Compré. Y hoy he vuelto, con el pulsómetro atado y el euro que vale el litro.

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Hoy, día del trabajo, mi llamamiento va al mundo de los kiosqueros: Prensa, pan y leche sería un gran negocio. Si este pan y esta leche son ecológicos ya lo "bordaríamos", y si además es un producto cercano, ni te cuento. Propongo, desde aquí, un kiosco con pan de Triticum, prensa y posiblidad de descargarse el periódico en un futuro ipad vía WI-FI, y un dispensador de leche y yogures. Mi aportación enloquecida para ayudar a resolver la desazón que suponen estas cifras de desempleados.

La  leche de La Granja, Hermanos Trueba,    me ha parecido excepcional, por sabor y por densidad. Me gusta el que haya gente que tome el camino del medio, e incluso no me importaría que hubiera distribuidores que pagaran un precio justo, es decir, que hicieran un negocio a medias, creando más puestos de trabajo y ayudando a que los jóvenes no se quieran ir del campo y los mayores no deseen jubilarse y vender. El Domingo, con la prensa, otra botella.

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