el pingue

The Big Fat Duck Cookbook. Recuerdos de monaguillo

portada.JPGUno tiene su pasado y hace años, más de los que quisiera, su servidor fue monaguillo. La ermita estaba situada a la entrada del pueblo que ahora mismo es el centro. Tenía que pasar todos los días por delante para ir, con mi lechera azul, a por leche "en ca" de la Señora Lourdes y del Chirri, quienes en su cocina despachaban leche entera, de esa que había que hervir. Lo grande de éste método es que, cuando se enfriaba la leche, la nata que se formaba en la parte superior era absolutamente deliciosa.

Recuerdo que mis labores eran colocar la ostia en un platillo debajo de un trapo, rellenar las jarrillas de vino y agua, tocar las campanas -primeras, segundas, terceras- y situar el marcapáginas de telilla roja en la lectura que Don Jonás me decía. En domingo tenía que tocar las campanillas para que todo humano se arrodillase y tal. No voy a contar, si no es en presencia de mi abogado, que en los descuidos del cura siempre caía alguna oblea y un buchín de vino de misa. Qué rico, coño. Aún así mi fe ya no es lo que era. Ni por esas....

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El The big Fat Duck de Heston Blumenthal me recuerda mucho a aquel que, situado en el atril,  contenía todo lo que había que saber y oír. El tamaño es similar y está repleto de telillas marcapáginas. ¿El libro? Bueno, pues el libro es impresionante.

No voy a decir que es  para estos tiempos de crisis en cuanto al precio, pero sí para apuntarlo como imprescindible en cualquier biblioteca de glotón o de simple aficionado a la gastronomía. Llegué a compralo gracias al Gourmet de Provincias quien me puso en aviso de que en la página inglesa de Amazón lo tenían tirado de precio para lo que valen estos libros.

No hay que buscar en su interior recetas, que las hay,  ni tampoco trucos, hay que buscar una filosofía de trabajo. Entre ilustraciones de Dave McKean, fotos de José Luis López de Zubiria y de Dominic Davies el libro se divide en tres capítulos, a saber, History, Recipes y Science. inetrior.JPGSe nota que es un tipo muy inquieto y que desde el primer momento se dispuso a saber el por qué de todo lo que sucedía cuando se cocina. Y esto es lo que también cuenta en el libro. Una lástima que nadie haga una edición en español y haya que esperar años para que esto suceda.

Hoy lamento profundamente el haber tenido que anular, hace dos años, la reserva de la que disponía porque, aunque pueda sonar raro, estos restaurantes son "templos" con monaguillos que hacen que las campanillas de lo desconocido, de lo sorprendente y de lo sabroso resuenen en el alma de cualquier tragonzuelo o reconocidísimo gourmand.

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