el pingue

Juan y Teresa. Sin plaza.

Sentada en el rincón, tras el viaje, espera a que él traiga tabaco.

-Jefe: no tendrás un cigarro por casualidad, me pregunta

- No, no fumo, lo dejé.

-Eso tenía que hacer yo, dejar de fumar y buscarme un trabajo.

Haciendo aspavientos y caminando descoordinadamente maldice su estampa y la mía...

-Aquí nadie fuma, cagüenlaputa.

Ella aún no se ha movido desde que la vi en el rincón del parking pirata en el que aparco el coche.... Buscarse un trabajo, pienso.

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Desde el Gobierno se quiere que los cursos de formación sean obligatorios y que quien no vaya se le quite la prestación. ¿Y quién no tenga prestación? El Gobierno quiere que quienes acuden a las clases sean considerados "trabajadores por el país". ¿También pueden ir Juan* y Teresa*? ."Tú eres el profesor de cocina",  me preguntó un día, la misma pregunta que me descerrajó en la puerta del ascensor una de las dueñas de varios apartamentos en el bloque en el que vivo. El uno quizá queriendo saber más de mi horario para estar atento a mi llegada y así coger la última propina de la mañana....., la otra como esperando agarrar el dinero que el Estado me paga ..... Una con pamela, el otro con un globo.....

Formación. Esa es la palabra maltratada por cada administración, ya sea local o interplanetaria, que quiere poner coto al abuso y desorden en el que, a veces, se ha convertido este oficio que es la enseñanza no reglada. Lo que entiendo menos es que se pretenda rebajar el horario de cursos, de prácticas en pos del ahorro, de la buena gestión de los dineros y así, cuando todo acaba,  poder enseñar la papela de la estadística en la que se habla del número de cursos impartidos y de alumnos que han participado en ellos. También se enarbola la frase "ajuste de cinturón" obviando de la frase "en educación". ¿Es ésta la pretendida calidad?

La cocina como oficio empieza el día en que el alumnado agarra un carro de la compra, se levanta temprano y acude a la lonja, al mercado y escoge el producto a preparar. Habla con el comerciante o con el productor, si es que fuera posible. Un oficio como éste, al que amo, no termina de ser el tuyo hasta que no pasas tiempo en una empresa comprometida con la formación.¿Están las empresas comprometidas con la formación....? ¿Y la administración con la formación?

Por eso no entiendo, por ejemplo, que cursos de más de mil horas se queden en trescientas; que cursos que las adiminstraciónes califican como de "Formación ocupacional" sean sacados a subasta concediendose a ofertas "temerarias", esas que tiran precios y que cambian clases prácticas (caras) por teóricas (baratas). De qué vale contar con gas y luz si no se tienen patatas, cebollas, pescadas, jureles, morcillos, papadas, lechugas, ......

La revolución en esto está también por llegar. La buena formación es cara, puede ser privada pero ha de ser pública y el Estado ha de proporcionar los medios para poder impartirla. Y si es como digo,  pública,  coincido en ajustarse el cinturón pero nunca en lo que concierna a la calidad que es, al final, lo que quedará.

Además, ha de arrastrar a los grandes profesionales a la formación. Vendemos país gastronómico pero también hay que velar por quienes pretenden oficiar por y para la gastronomía. Una buena manera de hacerlo es ver a los alumnos no sólo como números de estadística, no como trabajadores por el país, que también, pero sin olvidar que una sociedad formada es más rica y menos vulnerable.

Juan y Teresa. Sin plaza.

La noche ha caído, escucho As time goes by y alguna que otra canción de las películas de Woody Allen. A Teresa no la he visto irse. Juan marcha aplaudiendo y hablando solo. Deja el parking lleno, ya no cabe un coche más.. Recojo las cosas de encima de la mesa, apilo las recetas, el examen de mañana y vuelvo a mirar y a releer este post.Un coche da marcha atrás....

No sé si ellos, Juan y Teresa, forman parte de esa frase tan chunga que es "en riesgo de exclusión social". Me imagino que estos no formarán parte de la estadística de gentes "trabajando por el país". Ellos también se han quedado sin plaza.

*Juan y Teresa son dos nombres que no se corresponden, seguramente, con los de quienes cada día encuentro en el aparcamiento de casa, en las aceras con una mochila raída, en la cola del comedor social....

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