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La vida privada de las estrellas

La prensa británica ya no tiene ninguna duda. No sólo Wayne Rooney se sobra para ocupar el vacío que dejó Ronaldo en el Manchester United, sino que ya está entre los tres mejores jugadores del mundo. Su entrenador tampoco le regatea los elogios, pero quiere más. Tiene que "mejorar su instinto depredador en el área", ha dicho.

Mal carácter. Casi incapaz de aceptar una derrota. Látigo de los árbitros. Alex Ferguson es todo eso y algunas cosas más. A lo que no se dedica es a dar masajes de cuello a los jugadores. Les exige tanto que algunos terminan por sentirse asfixiados. Y las estrellas del fútbol hace tiempo que han desarrollado una piel fina. Cualquier crítica les parece una violación de sus derechos civiles de millonarios. Y muchos entrenadores contribuyen a crear inaguantables niños mimados.

Fabianski, portero del Arsenal, protagonizó en la Liga de Campeones dos errores insólitos que provocaron la derrota de su equipo en Oporto. Es lógico que Arsène Wenger no se cebara con él en público. No tanto que acusara al árbitro de ser el auténtico responsable del fracaso. En la prensa, ya se apunta con razón que Wenger ha perdido la sabiduría y la clase de antaño.

En el Chelsea, Carlo Ancelotti disculpó las aventuras de cama de John Terry por tratarse de un asunto privado. Al entrenador sólo le interesa lo que ocurra en el campo y la actitud de la plantilla en los entrenamientos. Una intención loable, pero cuando se supo que el defensa Ashley Cole se había metido en un lío similar (con unas fotos suyas de él medio desnudo que aparecieron en el móvil de una modelo), al dueño del club se le acabó el respeto a la privacidad.

Abramovich ordenó que se comunicara a la plantilla el siguiente mensaje: el próximo al que le pillen con los pantalones bajados puede acabar en la calle. Bueno, no lo dijeron con esas palabras pero venía a ser eso. Si hay más historias que empañan la imagen del club, los responsables asumirán las consecuencias en forma de fuertes sanciones o incluso la rescisión del contrato.

A pesar del correctivo, los jugadores del club parecen empeñados en demostrar que se puede ser tan rápido en la cama como en el campo. Este fin de semana, ganaron en el campo del Wolverhampton y ampliaron a cuatro puntos su ventaja sobre el United.

La derrota del Manchester ante el Everton revela que cuando Rooney se toma un ligero descanso al resto del equipo le cuesta dar un paso al frente. Eso contribuye a agriar aún más el carácter de Ferguson, que sabe que la Premier de este año se ganará con muchos menos puntos que en temporadas anteriores.

En este ambiente irregular, el Liverpool ha ido poco a poco estabilizando sus constantes vitales. Ayer recuperó a Fernando Torres, que jugó unos minutos en el empate frente al Manchester City. El equipo está a un punto de la cuarta plaza. Después de todo lo que ha tenido que pasar el club, si la consigue, será casi una proeza.

Iñigo Sáenz de Ugarte

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