El tablero global

Big Brother nos espía a todos… y tan contentos

Si alarmante es descubrir que los dos grandes hermanos del espionaje mundial (Washington y Londres) están vigilando indiscriminadamente a los dos mil millones de usuarios de internet y redes móviles, empezando por los más altos dirigentes de sus propios aliados, aún más preocupante es comprobar que nuestros gobernantes aceptan sumisamente esa vigilancia masiva de las potencias anglófonas.

El propio exagente de la CIA Edward Snowden –refugiado en Rusia tras revelar la magnitud del 1984 de la National Security Agency (NSA)– afirmó a The Guardian que "ellos [los espías del GCHQ británico] son peores que los de EEUU".

Ciertamente, el operativo de la Government Communications Headquarters (GCHQ, la más desconocida de las tres agencias de inteligencia británicas, pues sólo se hablaba hasta ahora de MI5 o MI6) ha sido tan faraónico que ha superado ampliamente el despliegue de la NSA, pese a que esta última cuenta en su cuartel general de Fort Meade (Maryland) con más de 50 edificios en los que trabajan decenas de miles de agentes. A finales del año pasado, el programa británico de nombre en clave "Tempora", radicado en Bude (Cornwall), estaba registrando 600 millones de comunicaciones al día, tras pinchar más de 200 cables internacionales de fibra óptica, de los que era capaz de procesar información de 46 simultáneamente.

Aunque comparte su información con la NSA, en función de la "relación especial" entre Londres y Washington, lo cierto es que la GCHQ se ha transformado en la verdadera superpotencia del espionaje informático mundial; en lo que Snowden definió como "el mayor programa de vigilancia de la historia de la humanidad".

Por tanto, que Londres tenga controladas todas las comunicaciones de España, tras pinchar la GCHQ el cable submarino FLAG Europe-Asia (FEA) que conecta nuestro país con Oriente Medio y Asia (entrando por Estepona tras pasar junto a Gibraltar), como ha podido verificar Público de diversas fuentes, no debería sorprendernos. Ahora bien, al menos debería haber provocado una protesta formal del Ministerio de Exteriores, que tan belicoso se muestra frente a otras actividades en aguas gibraltareñas que comprometen mucho menos la seguridad nacional de nuestro país.

Porque no cabe duda de que el servicio secreto británico está espiando las comunicaciones que, por ejemplo, mantiene Margallo con sus embajadores en zonas sensibles del planeta. Al fin y al cabo, en la respuesta de William Hague a la demanda de explicaciones de la comisaria de Justicia de la UE, Viviane Reding, el secretario del Foreign Office argumentó que Londres efectuaba dicho espionaje por razones de seguridad nacional. Y ¿acaso no afecta a la seguridad nacional del Reino Unido todo lo relativo al conflicto con España a causa de Gibraltar?

Que el Gobierno no haya reaccionado todavía a las múltiples evidencias de que británicos y norteamericanos nos tienen completamente vigilados y controlados mediante técnicas de espionaje electrónico masivo, demuestra que las protestas patrióticas que tanto ha aireado el Ejecutivo este verano no son más que una cortina de humo con la que Moncloa trata de tapar otras vergüenzas.

 

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