El tablero global

El mal menor de un liberal sin carisma ni programa

Que tengamos que alegrarnos de la victoria en Polonia de un aristócrata liberal de derechas, sin carisma ni más programa que la adoración del capitalismo, muestra hasta qué punto las alternativas de izquierda están hundidas en la Europa del Este.
El candidato a presidente que prometía proteger las riquezas del país de la codicia de los grandes inversores extranjeros, y defender las conquistas sociales de trabajadores y campesinos frente al chantaje de los mercados financieros que exigen cercenar el gasto público, era al mismo tiempo un retrógrado ultracatólico, xenófobo y homófobo. Aunque en la última fase de la campaña suavizó su tono y su discurso, Jaroslaw Kaczynski no ha logrado borrar de la memoria del electorado polaco el recuerdo de los conflictos internos y externos que provocó con su intolerancia y fanatismo en los dos años que ocupó la jefatura del Gobierno.

Ahora, con su pelele Komorowski en la jefatura del Estado, el primer ministro Donald Tusk tendrá las manos libres para poner en práctica las mismas recetas neoliberales que se están aplicando en Europa Occidental, a pesar de que Polonia fue el único de los 27 países de la UE que se libró el año pasado de la recesión económica y su deuda pública escasamente supera la mitad del PIB. El nuevo jefe del Banco Central polaco, Marek Belka, reclamó hace pocos días una dura política de austeridad, y las agencias Moody’s y Fitch advirtieron de que podrían bajar el rating polaco. Tusk sólo esperará a las próximas elecciones parlamentarias, en 2011, antes de acometer un nuevo tijeretazo al Estado del bienestar.
Es desolador que debamos aplaudir la victoria de Komorowski sólo porque la alternativa era infinitamente peor.

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