El tablero global

Inductores de torturas que administran hoy ‘justicia’

Si tanto daño puede hacer su difusión al prestigio y la seguridad de los Estados Unidos, hasta el punto de poner en peligro la vida de estadounidenses en todo el mundo, es que esas imágenes de los interrogatorios de la CIA son verdaderamente espantosas. Al menos, deben ser más horribles de lo que el propio Obama se imaginaba, ya que ha decidido incumplir sus promesas.
Empero, y por muy espeluznantes que sean esas fotos, sólo nos mostrarían a sicarios en el acto de poner en práctica lo que sus superiores les habían ordenado hacer. Igual que ocurrió en Abu Ghraib, cuando los responsables de la Administración Bush se ocultaron cobardemente tras cabezas de turco  como la desgraciada soldado Lynndie England.

Más escalofriantes son todavía los memorandos de los que diseñaron esas torturas, pues describen con nauseabunda precisión los elementos y técnicas legales según esos catálogos del tormento. Uno de los inductores de esos crímenes de lesa humanidad, Jay Bybee (en aquel entonces vicefiscal general y hoy juez), incluso escribió admirativamente sobre un aparato que enderezaba de golpe al que, sometido al waterboarding, dejaba de respirar mientras se le arrojaba agua en la cara. Y felicitó a la CIA por tener médicos a mano para que hicieran traqueotomías de emergencia en caso necesario.
Pues bien, ese Bybee fue recompensado por Bush con el cargo vitalicio de magistrado federal de apelación, desde el que actualmente decide sobre la validez constitucional y legal de sentencias judiciales. Eso es una vergüenza todavía mayor que la anterior aplicación de sus recetas criminales.
Es difícil concederle a Obama que deben ser perdonados  los que alegan obediencia debida. Pero es del todo imposible aceptar que deje impunes, y administrando justicia, a individuos como Bybee.

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