El tablero global

Jaque del FBI al rey ruso de los servicios secretos

El novelesco canje de espías con el que Washington y Moscú han procurado salvar el clima de distensión entre Obama y Medvédev, ha sido en realidad la conclusión de una brillante combinación con la que el FBI ha dado jaque al rey de los servicios secretos rusos: Putin.
Poco después de alcanzar la presidencia, en 2000, Putin afirmó en un discurso a sus antiguos camaradas del KGB: "Vuestra misión ha sido cumplida. Habéis logrado infiltraros en los pasillos del poder". Pretendía ser una broma, pero la verdad es que él puso al frente del Kremlin a los que habían sido sus lugartenientes kagebistas, y esos siloviki (poderosos) han controlado desde entonces todos los resortes políticos y económicos de Rusia.
Así que la operación de los durmientes en EEUU ha tenido que ser diseñada por los discípulos de ese maestro del espionaje (oficio que depuró como agente secreto en el Berlín de la Guerra Fría) y con su autorización. Pero esa jugada ha sido un desastre.

Ninguno de los topos rusos con falsas identidades estadounidenses ha logrado información relevante, ni infiltrarse en círculos secretos. Se limitaron a relacionarse con asesores de congresistas, para luego hinchar el valor de sus contactos en sus mensajes cifrados a Moscú (ocultos en los píxeles de fotos en Internet) con los que pedían más fondos.
En cambio, el ex coronel Skripal sí proporcionó al MI6 británico (en los años noventa y a cambio de sólo 100.000 dólares) las identidades de muchos agentes secretos rusos que operaban en Europa. Y Sutiaguin es una eminencia en tecnología nuclear militar.
El Kremlin pierde mucho en el intercambio, además de renunciar al principio de no entregar a ciudadanos rusos. Porque tenía que apartar a su rey de la posición de jaque.

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