El tablero global

La atroz venganza chechena contra Putin

A su manera asesina y brutal, los islamistas caucásicos acaban de lanzar su campaña antielectoral contra las aspiraciones de Putin de volver a ser presidente tras las elecciones de 2012. Con la masacre de Domodédovo, los terroristas chechenos no sólo cumplen su amenaza de llevar la guerra al corazón de Rusia, en venganza por su sangrienta derrota en el Cáucaso, sino que pretenden desquitarse del actual primer ministro, quien forjó su popularidad y ascendió al poder sobre los escombros de la devastación de Grozny.
Putin se jugó su reputación política al exterminio militar de los rebeldes integristas y a la victoria policial sobre el terrorismo, pero no se puede erradicar la violencia con métodos violentos, y las feroces campañas bélicas en Chechenia y Daguestán han dejado un peligroso legado de fanatismo suicida. Las viudas negras que siembran muerte y terror en el metro, los kamikazes que se vuelan en pedazos en la sala de un aeropuerto abarrotado, han reemplazado a los comandos de secuestradores que eran aniquilados por las fuerzas de seguridad rusas sin piedad ni siquiera para sus rehenes, aunque fueran niños.

Así que Putin puede perder su gran baza de zar terrible, figura que los rusos admiran y respetan, si los chechenos vencidos lanzan una escalada de atentados sanguinarios en la cuenta atrás hacia las presidenciales. Más aún cuando el Kremlin está también apostando por los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014, que tienen que celebrarse en Sochi, a orillas del Mar Negro y no lejos de otro conflicto armado auspiciado por Moscú: el de Abjazia contra Georgia.
Al horrible saldo de muertos por la atrocidad de Domodédovo podría sumarse otra víctima... política. La del que ascendió a hierro al poder.

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