El tablero global

La mentira es el arma más devastadora de la política

La senadora demócrata Lincoln de Arkansas puede pasar a la historia del despropósito si acaba impidiendo con su voto la reforma sanitaria del presidente Obama. Porque su motivación es electoralista: afronta a un duro rival el año próximo para revalidar su escaño y ya está siendo objeto de una despiadada campaña de televisión, pagada con millones de dólares de los lobbies que defienden la gestión (y la rentabilidad) exclusivamente privada de los servicios de salud.
A primera vista, parece un desatino que Blanche Lincoln sienta que pone en peligro su reelección si vota a favor de la llamada "opción pública": la creación de un seguro sanitario gubernamental que competiría con las aseguradoras privadas, forzándolas a rebajar las primas y cubriendo a los que no pueden permitirse pagarlas de su bolsillo. Arkansas es uno de los estados más pobres de la Unión, y muchos de sus residentes carecen de seguro médico. Entonces, ¿cómo puede ser impopular que se garantice una asistencia sanitaria universal?

Pues sí. Resulta que la multimillonaria campaña propagandística –financiada con una fracción de los beneficios que obtienen las corporaciones médicas y farmacéuticas– mantiene convencida a la mayoría de los estadounidenses de que cualquier servicio sanitario gubernamental es un engendro comunista que impone el criterio de los burócratas por encima del de los doctores y obliga a los ciudadanos a aceptar el tratamiento y los medicamentos que decida algún funcionario. ¡Y esto se lo creen hasta los que hoy carecen de toda ayuda médica!
Así que los temores de la senadora Lincoln están bien fundados... en que una mentira repetida un millón de veces acaba por parecer verdad. Táctica republicana que recuerda al más puro fascismo.

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