El tablero global

Son antisociales, sí, porque se les expulsa de la sociedad

Sólo hay que leer los titulares de los análisis que proliferan en los medios para descubrir un esfuerzo conjunto, casi unánime, por negar cualquier origen de desigualdad social en las revueltas urbanas inglesas: "No son los recortes"; "Aquí no hay reivindicaciones sociales"; "Los disturbios tienen más que ver con el consumismo que con el malestar político"...

Son decenas las argumentaciones que procuran desvincular el estallido de violencia de la marginación y la pobreza, en una de las naciones más opulentas; que culpan a padres canallas incapaces de educar a sus hijos; que hablan de la "cultura de dependencia" de haraganes acostumbrados a vivir de subsidios. Hasta se arguye que no se puede hablar de "revueltas sociales", como si esos jóvenes estuvieran fuera de la sociedad, expulsados de ella.

"Esto no tiene que ver con la pobreza, sino con una cultura que glorifica la violencia, desprecia a la autoridad y sólo habla de derechos, pero no de responsabilidades", proclamó ayer Cameron, miembro destacado de la élite aristocrática, hijo de broker, educado en Oxford y paradigma de la jet-set society a la que jamás accederán esos "rufianes" a los que tanto desprecia.

Sí, son violentos. Sí, saquean esos productos tan codiciados de alta tecnología que saben que jamás poseerán, porque nunca saldrán de la miseria. Sí, desafían a la autoridad que suele hostigarles en las calles. Sí, malviven de los subsidios porque no tienen empleo, ni educación.

Pero ¿son ellos los únicos culpables de todo eso? ¿No tiene responsabilidad ninguna esa élite multimillonaria a la que pertenece Cameron y cuya política de austeridad consiste en recortar los servicios públicos para pobres?

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