El tablero global

Una zona de exclusión de vuelos no impediría a Gadafi ganar la guerra

"Vamos a llamar a las cosas por su nombre: una zona de exclusión de vuelos comienza con un ataque contra Libia". Así de claro fue el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, cuando se le planteó –la semana pasada– la posibilidad de impedir que los aviones del dictador libio, Muamar Gadafi, bombardeasen a las fuerzas rebeldes que controlan el este del país.
El jefe del Pentágono no oculta su resistencia a emprender una intervención militar aliada en favor de los insurrectos, y no sólo porque el Ejército norteamericano está escarmentado por las guerras en Irak y Afganistán, sino sobre todo porque muchos estrategas están convencidos de que la tan debatida no-fly zone (o NFZ, según las siglas en inglés de la zona de exclusión aérea) no impediría en absoluto una victoria del Ejército de Gadafi. "El principal defecto militar de esa opción es que obvia cuál es el objetivo último de Gadafi", sostiene la exanalista de la inteligencia militar estadounidense J. E. Dyer, quien participó con la Marina en la operación Libertad Duradera contra el régimen de Sadam Husein. "Él no emplea la fuerza militar porque quiera masacrar a su población, sino con el propósito convencional de recuperar el territorio [en poder de los insurrectos], aunque no le importe cuántos mueran (...) Una NFZ podría impedir que volasen los aviones de Gadafi, pero no evitar que reconquiste Libia".
En realidad, y a pesar de todo lo que se ha atribuido a los bombardeos desde el aire, "la fuerza aérea operativa de Libia es pequeña en comparación con las fuerzas terrestres que puede desplegar Gadafi", explica Naadir Jeewa, del University College de Londres. "Ras Lanuf no ha caído [en poder del régimen] a causa de los ataques aéreos, sino por los bombardeos de artillería y morteros".
Ni siquiera los altos oficiales de EEUU creen que una zona de exclusión aérea fuera a ser decisiva en la guerra civil libia. "Las capacidades de la aviación de ala fija son más bien modestas; creo que la amenaza principal estriba en su flota de helicópteros" artillados (Mi-24), replicó el general James Amos, jefe de la fuerza de Marines, a las preguntas de los senadores norteamericanos. Y, claro, una clásica campaña de ataques contra las pistas de aterrizaje militares no afectarían a los helicópteros, ya que no las necesitan para despegar. "Lo que da una enorme ventaja a Gadafi [sobre los rebeldes] es la movilidad terrestre de sus fuerzas y vehículos de infantería", subrayó Amos.
Hasta los corresponsales de guerra se han dado cuenta de la imprecisión de los bombardeos de los viejos Mig-21 y Mig-23 de la Guerra Fría, cuyos pilotos siempre estuvieron mal preparados. "Las Fuerzas Aéreas libias son una organización penosa, que era de muy escasa utilidad militar incluso en su cúspide, durante los años ochenta, y que ha empeorado mucho desde entonces", sostiene Kenneth Pollack, director del Saban Center sobre Oriente Próximo de la Brookings Institution. "Así que es muy improbable que, aun cuando eliminásemos a la aviación de la ecuación bélica libia, una zona de exclusión pudiera ser clave para permitir el triunfo de la oposición".
Pollack hace también hincapié en que "nunca antes hemos tratado de emplear una zona de exclusión aérea para derribar a un régimen, sólo para impedir una crisis humanitaria. Las que se adoptaron contra Sadam o Milosevic no los derribaron. Así que, probablemente ésa sea una opción equivocada si nuestro objetivo es derrocar a Gadafi, ya que es muy dudoso que tuviera ese efecto".
Para este experto de la
Brookings, "existe un alto riesgo de que una NFZ provoque una escalada bélica, ya que no evitará que las fuerzas terrestres de Gadafi sigan matando gente y, si la oposición es incapaz de resistir sus contra-

ofensivas habrá una tremenda presión [de la opinión pública] para pasar a una no-drive zone: ir a por sus tanques y vehículos blindados, algo mucho más difícil para las fuerzas aéreas de EEUU y de la OTAN. Además, la mayor parte de las matanzas son cometidas por la infantería: hombres a pie y con rifles, que son los que siempre causan más bajas en las guerras civiles y a los que es imposible parar sólo con poder aéreo. Así que si decidimos seriamente impedirles seguir, necesitaremos enviar tropas, pues de lo contrario sobrevolaremos impotentes los escenarios de nuevas masacres".
La otra posibilidad es que Gadafi no logre imponerse rápidamente en el campo de batalla y, tras unas semanas de combates, el frente se estabilice y comience una "guerra civil prolongada", tal como advirtió la secretaria de Estado, Hillary Clinton. En ese caso, la zona de exclusión se tendría que mantener durante meses –o incluso años, como ocurrió en Irak–, a un elevadísimo coste material, militar y diplomático para los aliados.
Aunque "el problema de establecer una zona de exclusión aérea es político, no logístico", asegura el especialista en temas de seguridad del Irish Times, Tom Clonan. "Desde una perspectiva militar, imponerla no presenta grandes dificultades, pues la OTAN y EEUU ya tienen importantes recursos aeronavales en el sur del Mediterráneo. La Sexta Flota está desplegada frente a Libia, cuenta con una gran base de apoyo en Gaeta, en el sur de Italia, y el portaaviones USS Enterprise está en camino desde el mar Rojo. Además, la Alianza puede contar con las bases militares británicas en Chipre y Malta, que pueden apoyar acciones aéreas sobre Libia".
A EEUU y sus aliados les bastaron cien aviones para imponer dos zonas de exclusión aérea al sur y al norte de Irak, y sólo el Enterprise porta 70 cazabombarderos de alta tecnología capaces de destruir las defensas antiaéreas libias: 400 lanzadores de viejos cohetes SAM-2, SAM-3 y SAM-6, y 440 ametralladoras antiaéreas, que sería blanco fácil para las armas inteligentes y los misiles de crucero norteamericanos y británicos.
"Además, la propia geografía de Libia facilita la denegación de vuelos", continúa Clonan. "Casi el 80% de la población libia está concentrada en ciudades y pueblos localizados en su línea costera del norte, con lo que la mayoría de sus sistemas antiaéreos –aviones, misiles y centros de comando y control– están ubicados allí y sólo hay que controlar un corredor aéreo de unos 3.000 kilómetros de largo por 500 de ancho".
Por todo ello, el general McPeak, jefe del Estado Mayor de la US Air Force, replicó arrogantemente a la pregunta de un columnista del New York Times sobre si la zona de exclusión es factible: "No puedo imaginar un problema militar más simple. Si no podemos imponerla sobre una potencia militar de tercera, como Libia, entonces deberíamos dedicar nuestro presupuesto de Defensa a cosas más útiles".
El gran escollo es diplomático: como los ataques iniciales para neutralizar las defensas antiaéreas libias sin duda causarían víctimas, incluidos civiles, la coalición anti-Gadafi necesitará tener luz verde de "la más alta autoridad internacional, lo que significa una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU", afirma en The Times el excomandante de las fuerzas de la ONU en Bosnia, Bob Stewart. "Pero la toma de decisiones en ese Consejo a menudo se produce a la velocidad de ataque de la babosa, y la construcción de una coalición es algo lento".
La gran alternativa sería que la Liga Árabe autorizase una intervención que podría estar capitaneada por Egipto y Arabia Saudí, cuyas fuerzas aéreas son plenamente capaces de imponer esa zona de exclusión, según estima el general Jaled Al-Bu Ainnain, exjefe de la Aviación de los Emiratos Árabes Unidos.
Eso, siempre que los regímenes árabes fuesen capaces de hacer una alianza, claro.

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