A contracorriente

¿De qué acusan a Lula?

El intento de ‘impeachment’ de Dilma Rousseff está políticamente derrotado, no tiene más viabilidad, aunque pueda dar todavía coletazos de la mano de una oposición política que optó por lanzarse por la vía del golpe. Descartada esa posibilidad, lo que le queda a la derecha brasileña es intentar apartar a Lula de la disputa democrática del 2018, en la cual el ex-presidente tiene todas las de ganar.

Con ese propósito apura todas las posibilidades, sobre todo las de las denuncias sin fundamento. Pero ¿de qué acusan a Lula? ¿De qué es culpable para ser blanco de ataques tan concentrados y reiterados por parte de medios de comunicación, partidos de la derecha, sectores de la judicatura y de la policía federal?

Lula se ha convertido en el brasileño más conocido en el mundo y  -como diría Mario Benedetti-  por buenas razones. En el país más desigual del continente más desigual, Lula cumplió con su primera promesa: que todos los brasileños pudieran comer tres veces al día. Pero, mucho más que eso: logró disminuir la desigualdad, la pobreza, la miseria y la exclusión social, en contra  de una fuerte tendencia exactamente opuesta a escala mundial.

Lula se ha convertido en el dirigente político más importante y más popular de la historia de Brasil y se ha proyectado internacionalmente como un líder en la lucha contra la pobreza. Las fuerzas contrarias al neoliberalismo se apuntaron un tanto al poner los temas de la desigualdad social en el centro del debate mundial, desplazando la prioridad neoliberal por los ajustes fiscales. Incluso los medios conservadores se vieron obligados a reconocer ese papel de Lula (Financial Times, The Wall Street Journal, The Economist, El País), a disgusto, porque se daban cuenta que son planteamientos incómodos para la ola neoliberal, que ellos defienden, y que es todavía predominante en el mundo.

Lula se ha mantenido como el único líder político con prestigio y con gran apoyo popular. Es el gran obstáculo para que la derecha brasileña logre imponer en Brasil el tipo de restauración neoliberal que Mauricio Macri está logrando imponer en Argentina. Por ello es objeto de todos los ataques de la derecha.

Pero ¿de qué es culpable Lula?, dado que no logran encontrar nada para inculparlo criminalmente, como les gustaría.

Lula es culpable de haber dirigido la ruptura de la política de represión salarial de la dictadura militar con las huelgas que dirigió como líder sindical. Culpable de haber fundado un Partido de los Trabajadores, que ha impedido que se diera simplemente una transición conservadora de la dictadura a la democracia. Culpable de impedir la continuidad de los gobiernos neoliberales en Brasil, con su acceso a la presidencia de la República, consiguiendo la reelección y la de su sucesora en ese cargo.

Es culpable Lula de no haberse resignado a ser un chico pobre más del noreste brasileño, para convertirse en obrero metalúrgico, líder sindical, dirigente político y estadista con renombre mundial.

Es demasiado para la derecha brasileña, que sabe que perderá siempre en disputas democráticas y que por ello intenta sacarlo de la contienda por vías represivas. Que nadie se engañe ni divulgue ingenuamente esas acusaciones cotidianas. Nadie ha sido más investigado en la historia de Brasil que el líder del PT, y con los métodos más sucios, como las ventajas prometidas a presos por corrupción si inventan denuncias en contra de Lula.

Es en la perspectiva de las elecciones presidenciales del 2018 que se dan los ataques contra Lula. La derecha se lo juega todo, ejerciendo todo su odio de clase, para intentar evitar su quinta derrota consecutiva.

Lula es culpable de todo ello. Frente a las acusaciones, contra él y su familia, el pueblo brasileño se pronunciará soberanamente en el 2018.

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