A contracorriente

Brasil, Lula y América Latina

Desde que fue elegido en 2002, Lula ha sido víctima de ataques dentro y fuera de Brasil que solo buscaban desacreditarlo. Según la ultra izquierda había "traicionado" al pueblo brasileño, y según un elocuente y precipitado Tariq Ali, Lula estaría detrás de lo que acuñó como "blairismo tropical".

Lula superó todo ello. El pueblo al que al parecer habría "traicionado" lo reeligió y sigue teniéndolo como el principal líder popular de la historia de Brasil. Su gobierno promovió el mayor proceso de democratización social que Brasil ha vivido a la vez que garantizó los derechos sociales fundamentales de toda la población.

En cuanto a lo del "blairismo tropical", lo cierto es que la política internacional que puso en marcha su gobierno es radicalmente opuesta a la que desempeñó Tony Blair durante sus años de primer ministro, unas políticas que se mantuvieron antagónicas a los intereses de EEUU. De hecho, Lula fue uno de los artífices, junto con Chávez y Néstor Kirchner, de Unasur, así como del fortalecimiento del Mercosur y de la Celac.

Cuando resurge el riesgo de que la derecha alcance el poder en Brasil, conviene evidenciar el rol de Brasil en el campo progresista latinoamericano y mundial y la influencia que Lula ha tenido en dicho ámbito. Por la dimensión de su economía, pero también por lo inédito de las políticas sociales puestas en marcha, o por el papel jugado a nivel internacional y su relación con los Brics, el tipo de gobierno que tenga Brasil tendrá una notable repercusión a diferentes niveles. No solo hoy, también en el futuro, por lo que el lugar que ocupe Lula es muy estratégico.

El gobierno de Dilma Rousseff es víctima de un golpe blanco, de una alianza entre partidos de derecha que controlan el Congreso para sacarla del gobierno, sin ninguna acusación que lo justifique. Como dice la prensa internacional —no así la brasileña—, de forma consensuada, se trata de políticos corrompidos intentando sacar a una presidenta honesta mediante métodos sórdidos.

Cualquiera que sea el desenlace del proceso, Lula sigue siendo el mayor líder político brasileño y el candidato favorito para ganar las elecciones presidenciales. Del desenlace de la crisis actual va a depender mucho el futuro del país, con efectos tanto a nivel regional como internacional.

Lula acaba de afirmar en la reunión de la Dirección Nacional del PT que se dedicará por entero a luchar por la democracia en Brasil. Lucha que hoy pasa por defender el mandato de Dilma, conquistado con el voto mayoritario del pueblo, y por impedir que Temer, con apenas el 1% de apoyo y más del 80% de la población en contra, pueda asumir el poder y logre desmontar el Estado brasileño y los derechos de los trabajadores.

Lula asume como su principal responsabilidad defender que Dilma pueda cumplir su mandato. Así como la coordinación de un gobierno que pueda rescatar a la economía brasileña de la crisis actual y recomponer la capacidad de dirección política del país. En el caso de que el Tribunal Supremo Federal lo autorice, Lula entrará en el Gobierno no como Jefe de la Casa Civil —el ministro con más peso en la Ejecutiva—, sino como asesor de la Presidencia pero con poderes de coordinación política.

Más Noticias