A contracorriente

La Bolivia de Evo y Álvaro

Emir Sader

Llego de nuevo a Bolivia, pero Evo esta vez no está. Se fue a Nueva York a asumir la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ni mas ni menos. El presidente de Bolivia, ese país que solía estar junto a Haití, a Honduras, a Paraguay, y está entre los más pobres y desesperanzados del continente. En cambio, a día de hoy es el país que más crece, tiene estabilidad política y  promociona a las nuevas capas sociales y étnicas para dirigir el país desde el gobierno.

Hace ya casi doce años  vine para la primera campaña electoral de Evo y de Álvaro. Una dupla sorprendente y un sueño que se aventuraba a disputar las elecciones presidenciales en el país indígena que nunca había tenido un presidente indígena.

Conforme se terminaba la campaña iba quedando claro que ellos iban a ganar. Había dudas sobre si ganarían en primera vuelta, incluso porque varios cientos de miles de bolivianos no iban a poder votar, porque una extraña legislación impide votar a los que no lo habían hecho en la elección local anterior y no se habían inscrito de nuevo, porque no tenían la información de esa necesidad.

Pero el recuento de los votos rápidamente no fue dejando ninguna duda. La ventaja respecto a todos los candidatos blancos de la derecha tradicional era amplia. El pueblo salía a las calles a conmemorar. Una indígena decía, en la calle, a los periodistas extranjeros: "Antes ustedes venían porque nosotros tumbábamos gobiernos. Ahora vienen porque nosotros hemos elegido un gobierno nuestro."

Álvaro recibió a la prensa en un hotel de La Paz, mientras intentaba convencer a Evo de venir desde Cochabamba, donde el conmemoraba con sus amigos y compañeros, a presentarse a la prensa y a hablar al país como nuevo presidente de Bolivia. Evo vino, habló y volvió a estar con su gente.

Fuimos con Álvaro a El Alto, el pueblo plebeyo que cerca La Paz, a conmemorar con la gente, que exhibía una alegría contenida por tanto tiempo de lucha y de sufrimiento. Fueron varios años desde la "guerra del agua", desde que tumbaron a varios gobiernos neoliberales hasta esa indescriptible alegría de tener a uno de los suyos a gobernar a Bolivia.

Volví a la toma de posesión, en la ciudad indígena mas antigua de Bolivia, Tihuanaco. Por la mañana, Evo llegó a la casa de Álvaro, de jeans, trayendo refrescos, para que comiéramos con empanadas antes de salir para la toma de posesión. Conforme avanzábamos por la carretera, la gente que caminaba hacia el local de la ceremonia descubrió que Evo estaba en una de las dos furgonetas en las que íbamos. El tuvo que bajar varias veces para hablar con las personas, saludarlas y recibir sus abrazos.

Una vez que llegamos Evo nos dejó y fue a vestirse con los que iban a presidir la ceremonia. Yo fui a la fila de enfrente de la inmensa multitud y me encontré con Galeano y asistimos juntos a la ceremonia. Evo reapareció vestido como un dios indígena, por las ropas, por los que lo cercaban, por el cielo lindo y por las ruinas que formaban el escenario imponente.

Antes de la toma de posesión en el Palacio Quemado, el palacio presidencial, una gran cantidad de indígenas limpiaron a la plaza para que su presidente entrara ahí para dirigir el país. Al día siguiente de la pose que demostró en la ceremonia indígena Evo tomó otra más formal y colocó, para siempre, la bandera indígena , la whipala, a la altura de la bandera tradicional de Bolivia, mostrando que se iniciaba una nueva era en el país.

Ya hace más de una década desde que Bolivia es otro país bajo la dirección de Evo y de Álvaro. No solo las caras de los que la gobiernan cambiaron radicalmente, sino que el país es otro. De ser uno de los países más pobres del continente ha pasado a ser un país con un  crecimiento más sostenido. De ser el país de la exclusión social ha pasado a ser el de la inclusión de todos, un país en el que ya no hay más analfabetismo. Asimismo,más de la mitad del  Congreso está compuesto por mujeres, no como resultado de alguna ley, sino como resultado de la promoción social de la mujer boliviana, mayoritariamente indígena.

El lanzamiento del libro Las vías abiertas de América Latina, con Álvaro y con Ricardo Forster, se hizo en el auditorio del Banco Central (sic) de Bolivia, con la presencia del mismo presidente del BC. Después hicimos un lanzamiento también en Cochabamba. Es una tradición de la vicepresidencia de Bolivia, desde que Álvaro García Linera asumió que desarrollaría actividades de debate, de formación política, de impresión y de divulgación de libros, incluida la mejor y la más bonita revista del pensamiento critico latino-americano – La Migraña.

Ir a la Bolivia de Evo y de Álvaro es visitar lo mejor, lo más avanzado y lo más audaz que América Latina ha producido en ese siglo.

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