A contracorriente

Régimen de excepción X Libertad de opinión

Los regímenes de excepción se han vuelto el modelo político de los proyectos de restauración neoliberal en América Latina. Se articula el neoliberalismo, los regímenes de excepción y el control del proceso de formación de la opinión pública.

Como la política económica de esos intentos de restauración es el duro ajuste neoliberal, son gobiernos condenados a chocar con los intereses de la gran masa de la población, y a mantener bajo nivel de popularidad. Para mantenerse en el gobierno, tienen entonces que imponerse mediante proyectos mediáticos que dispongan del monopolio privado de los medios de comunicación.

La simple confrontación democrática entre lo que han realizado los gobiernos antineoliberales y lo que tratan de hacer los gobiernos que buscan restablecer el modelo neoliberal, es frontalmente desfavorable a estos.  Existe un debate abierto entre los dos modelos, el que favorece a los intereses de la gran masa de la población tiene todas las posibilidades de triunfar.

El caso de Lula es ejemplar. Atacado, perseguido, calumniado, a lo largo de tres años, sin ninguna prueba concreta en su contra. A pesar de la acumulación de sospechas en la opinión pública, monopolizada por los medios privados, su imagen favorable crece entre la población, superando el 40% de apoyo. Mientras, la derecha y todos los partidos que apoyan al gobierno de Temer, sufren enorme desgaste por ese apoyo.

Se pone de manifiesto la acción combinada de los grandes monopolios privados de la media con los sectores del Judiciario y de la Policía para consolidar el régimen de excepción, que priva a la población de información objetiva y a los acusados del derecho justo de defensa. Los gobiernos que actúan en contra de los intereses nacionales de sus países, en contra de los intereses de la masa de los trabajadores, en contra de las políticas de inclusión social... requieren medios subservientes, aduladores, sin pluralismo ni información amplia.

Regímenes de excepción son aquellos que corrompen a la democracia desde dentro, valiéndose del poder del dinero para promover las campañas electorales conforme gurús mediáticos, especialistas en generar agendas falsas y artificiales y en destruir reputaciones. Requieren partidos sin ideología, que se amoldan a las demandas de los que triunfan en las elecciones y se adueñan del gobierno. Requieren organizaciones sindicales que negocian sus propios intereses y no defienden el interés de los trabajadores, avasallados por gobiernos neoliberales.

La lucha por la restauración de la plenitud democrática en los países donde gobiernos implantan programas de restauración neoliberal es la lucha esencial en esos países, porque ahí se juegan la soberanía popular, la formación plural de opiniones públicas, la defensa de los intereses nacionales.

 

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