Tierra de nadie

Cayo Lara viaja a Ítaca

Cayo Lara ha emprendido su particular viaje a Ítaca para conseguir que se modifique la actual ley electoral, ese sistema tan justo que permite que PSOE y PP pueden obtener un escaño a cambio de 66.000 votos mientras que a IU cada diputado le cueste 485.000, es decir, siete veces más. La travesía se presume tan larga como la de Ulises, con la diferencia de que, en vez de con magas y cíclopes, Lara tiene previsto encontrarse con otro ser mitológico, Rajoy, que ha aceptado la cita aunque sin poner fecha, por eso de que, entre la Gürtel y Cajamadrid, tiene más trabajos pendientes que Hércules.

Las posibilidades de que Lara tenga éxito son tantas como las de Pellegrini en el Real Madrid, ya que la ley actual es una bendición para los dos partidos mayoritarios y para las fuerzas nacionalistas que les sirven de bisagra, sin contar con que el haraquiri ya no está de moda ni en Japón. El PP sabe que adecuar la representación de IU a su verdadero peso electoral reforzará a la izquierda y el PSOE teme, precisamente, que ello le obligue a ejercer el liderazgo de esa izquierda más allá de la retórica y a someter su nuevo socialismo a la prueba del algodón. La cosa sería distinta si alguna fuerza estatal de derechas equilibrara la balanza, pero UPyD que también sufre los rigores de la ley, no encaja en el perfil o no es de fiar.

Lo previsible, por tanto, es que socialistas y populares hagan avioncitos de papel con el informe del Consejo de Estado en el que recomienda elevar a 400 el número de escaños, reducir a uno el mínimo de diputados elegibles por provincia y aplicar un método distinto al D’Hont para el recuento de votos. Con este sistema, IU habría obtenido trece representantes, un número suficiente como para convencer a Inés Sabanés de que irse al PSOE no es la solución a sus problemas. A mayor abundamiento, si alguien espera algún resultado de la subcomisión parlamentaria que se constituyó hace justamente un año para estudiar la reforma de la ley electoral es que no se ha enterado de que los Reyes Magos son los padres.

Lara hace bien en poner rumbo a Ítaca, aun presintiendo que, para cuando llegue, Penélope habrá dejado de tejer para hacerse broker o promotora inmobiliaria. La democracia no puede cimentarse sobre una desigualdad. O sí lo puede hacer, pero entonces habrá que ir pensando en darle otro nombre.

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