Tierra de nadie

El fin del mundo está cerca, o eso dicen

Debe de ser cierto que el fin del mundo está próximo porque a la vuelta de cada esquina se nos muestra un signo de la inminencia del Apocalipsis. El más notorio ha sido la sentencia del Tribunal de Estrasburgo instando a retirar los crucifijos de las escuelas para no molestar al Anticristo cuando llegue, pero la confirmación se producía el martes con la eliminación del Madrid de la Copa a pies del Alcorcón, un presagio de que los siete ángeles se disponen a tocar sus trompetas a lo Dizzy Gillespie para desesperación de ese ser superior llamado Florentino, al que se le hunden los túneles en Andorra y le amenazan ruina sus castillos en el aire.

Aunque salvarnos va a ser más difícil que juzgar a Carlos Fabra, la NASA ha tratado de tranquilizar al personal con un comunicado en el que afirma que no tiene previsto que un planeta se estrelle contra la Tierra el 21 de diciembre de 2012 y lo deje hecho unos zorros, por mucho que se acabe un ciclo del calendario maya y que Hollywood nos lo jure en cinemascope. Lejos de conseguir su propósito, el mentís de los vigilantes del espacio inquieta por lo insólito y porque usurpa funciones a la Iglesia, que es a quien corresponde poner o quitar fechas al día del juicio final.

Para alarma de sus fieles, la Iglesia sigue sin pronunciarse. Es verdad que la Curia anda estos días liadísima y que, entre amenazar con la excomunión a los políticos que voten a favor del aborto y explicar a sus sacerdotes por qué ellos no pueden casarse y los obispos anglicanos conversos sí, el tiempo se pasa volando. Lo peor ha sido la desconfianza que ha generado al permitir que una parroquia italiana instale un dispensador electrónico de agua bendita para prevenir el contagio de la gripe A. El día en que el agua de estas pilas sea un instrumento de propagación de la nueva plaga de Egipto se habrá abierto el séptimo sello.

A falta de confirmación oficial, no tendremos más remedio que esperar con el alma en vilo y mirar el cielo de soslayo por si se nos viene encima un pedrusco gigantesco. Si eso no basta, siempre podremos escuchar a Francisco Camps, que es un jinete de su propio Apocalipsis, decir que el PSOE le quiere ver muerto, mientras repasamos el libro de San Juan: "...y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos". Amén.

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