Tierra de nadie

¿Tabaco? Lo adictivo es el jamón

Si el consumo de jamón de pata negra acortara la vida, obstruyera las arterias, provocará cáncer, apergaminara la piel, resecara el cabello, dañara el esperma, afectara negativamente al embarazo o nos dejara gagás, las autoridades sanitarias, que son como el ángel de la guarda con bata blanca, no se andarían con el estetoscopio colgando y decretarían su prohibición inmediata. Los guardianes de nuestra salud son inmisericordes: a los cerdos que nos intoxican les reservarían un San Martín diario y, aunque hubiera llanto y crujir de dientes en Jabugo o en Trevélez, las trompetas de la Apocalipsis porcina no dejarían de sonar.

Sanidad no pone paños calientes. Si una partida de escarolas nos produce alergia ordena su localización e inmoviliza los vegetales, que ya de por sí no son proclives al movimiento. Nada escapa a su ojo clínico. ¿Se imaginan que existiera un producto que matase a 60.000 personas al año y que la Administración permitiera su venta en régimen de cuasi monopolio y hasta fuera capaz de fijar su precio modificando los impuestos que le son aplicables? ¿Creen que los vigilantes de nuestro aparato respiratorio y reproductor consentirían la dispensación sin límite de semejante veneno y que tan solo se limitarían a prohibir su consumo en lugares públicos? ¿Piensan acaso que los celadores de nuestro ritmo cardiaco no tienen corazón?

Estamos protegidos. En el hipotético caso de que los perniles fueran causantes de grandes males cardiorrespiratorios no habría bula para su ingesta. Ni una pegatina advirtiendo de que el veteado del jamón puede hacer que se nos salten las lágrimas, ni leches. La salud es lo primero, especialmente en Europa. Hace una década se detectó en Bélgica que algunas latas de Coca Cola tenían más fungicidas que los sofás chinos y faltó poco para que se les aplicara la legislación antiterrorista, y eso que la marca patrocina los renos de Papá Noel.

Así que no se hagan películas. Fumen como locos, porque si el tabaco fuera mortal el Gobierno cerraría los estancos, por mucho que el Estado dejara de percibir más de 9.000 millones de euros al año en IVA e impuestos especiales. Sobre todo, enciéndanse un cigarro después de una ración de embutidos ibéricos ya que marida estupendamente con el colesterol. Y si no pueden hacerlo en el bar, háganlo en casa. Lo del jamón es que crea adición, oiga.

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