Tierra de nadie

Urge un cambio de Gobierno

José María Barreda, que teme que su futuro en Castilla-La Mancha pueda fundirse a negro como las transiciones de plano de una vieja película, se ha atrevido a expresar en voz alta lo que muchos dirigentes del PSOE mascullan por las esquinas, y que viene a resumirse en lo siguiente: no nos gobiernan los idóneos y, además son demasiados. La advertencia de Barreda no ha de entenderse como una crítica sino como un S.O.S. de quien entiende que sólo un cambio de timón puede evitar el naufragio que algunos sondeos ya vaticinan. A nadie le gusta estrellarse contra las rocas y tragar agua salada, que da más sed.

No deja de ser cierto que, aun siendo muchos, buena parte de los miembros del Gobierno se encuentra en paradero desconocido, y que su peso político oscila entre la liviandad y la evanescencia. Claro que tampoco es que su presencia sea reparadora. ¿Puede entenderse que en medio de una crisis económica sin precedentes y con el país en el punto de mira de los organismos internacionales sea necesaria la asistencia de tres ministros, el de Industria, la de Ciencia y Tecnología y la de Vivienda, al acto inaugural de un concurso de casas solares?

Uno no quiere dejar a nadie en el paro, pero estructuras que podrían aceptarse en circunstancias más benéficas resultan muy chirriantes en la actualidad. Tenemos un Ministerio de la Vivienda, cuyas competencias están en manos de las comunidades autónomas; un Ministerio de Igualdad sin prerrogativas, porque quien destina más policías a combatir la violencia de género es el titular de Interior y quien ha de ocuparse de la discriminación salarial es el de Trabajo. Ciencia e Innovación existe y Cristina Garmendia nos cae muy bien, aunque resultaría hasta lógico que fuera Industria quien asumiera su tarea. Chaves es vicepresidente sin que tengamos muy claro de qué. Y así.

Zapatero ha considerado siempre a los ministros simples jefes de negociado, una especie de directores generales venidos a más; los suyos han sido, salvo excepciones, gobiernos de funcionarios. Lo que el país necesita ahora es poder confiar en el responsable de Economía cuando le hable de la salida de la crisis, o tener la certeza de que si el de Trabajo asegura que no llegaremos a los cuatro millones de parados no saldrá mañana diciendo que nadie le preguntó a qué año se refería. No sólo los bancos andan fatal de crédito.

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