Tierra de nadie

Teoría de las conspiraciones

A las conspiraciones hay que mirarlas siempre con escepticismo porque, por lo general, suelen ser simples patrañas. Éstas últimas son fáciles de distinguir en la medida en la que implican poner de acuerdo un número tan elevado de actores que, necesariamente, adoptan la forma de conjuras universales. Ocurrió en el 11-M, donde para despejar la incógnita de los atentados la ecuación debía incluir a la Policía, al PSOE, a los servicios secretos marroquíes y franceses, a ETA y a los Cuatro Fantásticos. Todo se vino abajo cuando se demostró que el hombre antorcha no pudo participar en la trama por hallarse en esos momentos de vacaciones.

La que nos dibuja ahora el ministro de Fomento, José Blanco, es una doble conspiración que, como dos líneas, convergen en un vértice llamado Zapatero. La primera, la de los especuladores contra el euro, es una realidad incuestionable que nos afecta especialmente, no ya porque descienda la cotización de la moneda sino porque los tiburones se han cebado con nuestra deuda pública y su prima de riesgo. De no ser por este detalle, la acción de los tiburones sería un bendición del cielo ya que un euro más bajo facilita nuestras exportaciones fuera de la UE; de ahí que en Alemania estén encantados con los escualos.

La segunda es la que desarrolla el PP, cuyo objetivo sería destruir a Zapatero para llegar a la Moncloa aun a costa de dañar la imagen de España. Desde luego es muy criticable que un ex presidente como Aznar haya dedicado su vida a profetizar la debacle del país cada vez que sale a hacer unos bolos al extranjero, pero también lo es que un comisario socialista como Almunia nos coloque el cartel de ruinoso. ¿Será Almunia del PP? Y siendo deseable que los de Rajoy hubieran cerrado filas contra los especuladores, habrá que reconocer que la oposición está para alcanzar el poder y para desgastar a Zapatero, quien por otra parte no ha necesitado en los últimos tiempos de mayor ayuda para conseguirlo.

Lo que no resiste ningún análisis serio es tratar de vincular una cosa y la otra, con el argumento de que a los especuladores les conviene el desprestigio de Zapatero porque es una adalid de la futura reforma de los mercados financieros que acabará con ellos. Existen maniobras en los mercados y una campaña legítima contra el presidente. Nada más. Sepan que el hombre antorcha sigue de vacaciones.

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