Tierra de nadie

Que dicen que lo nuestro no tiene remedio

A falta de remedios eficaces contra la crisis, los economistas de mayor abolengo, los mismos que fueron incapaces de aventurar la que se nos venía encima, han optado por describirnos soluciones imposibles y se dedican a explicarnos lo fácil que nos resultaría la vida si no hubiéramos hecho lo que hicimos, y que además es irreversible. El último exponente de esta corriente es el aclamado Paul Krugman, cuya tesis más reciente es que, de seguir usando la peseta para pagar los cafés, podríamos devaluarla, empobrecernos a toda leche y poner fin a nuestros males, pero como fuimos de soberbios y quisimos tener una moneda única, debemos pagar una lenta penitencia, al modo de una tortura china.

En medio de la debacle se ha empezado a tener en cuenta además a otros economistas, a los que hace algunos años se consideraba chalados y que ahora pasan por Nostradamus. Uno de ellos es el catedrático Santiago Niño, que ya en 2007 predijo que en 2010 se desencadenaría una crisis peor que la del 29 de la que, con suerte, saldremos allá por el 2020 si no hacemos muchas tonterías. Si Asimov se inventó la psicohistoria, esa ciencia capaz de predecir con un error de minutos lo que pasaría cinco siglos después, Niño ha parido la psicoeconomía, y ya en una entrevista en La Vanguardia en 2008 aventuraba cuándo enterraríamos el capitalismo: "más o menos en 2070".

En lo que viene a coincidir ambas tesis es que lo nuestro no tiene remedio y que haríamos bien en apuntarnos a una lista para que los suicidios puedan llevarse a cabo de manera ordenada y no colapsar los tanatorios. Según Krugman, el Gobierno puede hacer entre poco y nada para sacarnos del agujero negro; a juicio de Niño, que ha recogido sus profecías en un libro y ya sienta cátedra en El País, la economía caerá este año más de un 4% y el paro se irá al 23%, con lo peor aún por llegar.

Así las cosas, ¿merece perder el tiempo con pactos de Estado, que lo único que pueden lograr es que Rajoy se nos haga republicano como el Rey se ponga pesado con el consenso? Tenemos dos opciones. Una es leer a Cioran, que, al fin y al cabo era un pesimista profesional: "Podemos imaginarlo todo, predecirlo todo, salvo hasta dónde podemos hundirnos"; la otra, pasar de estos agoreros y darnos algún gustazo como nacionalizar la banca. Quizás no sirva de nada, pero ver la cara de Botín no tendría precio.

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