Tierra de nadie

El gobernador también se manifiesta

Es posible que lo dé la institución o algún extraño virus del sistema de aire acondicionado. Nómbrese mandamás del Banco de España a un comunista, hágasele contemplar el cuadro de Cabarrús, uno de sus antecesores, pintado por Goya, y el estatalista recalcitrante abrazará el neoliberalismo con la fe del converso. Con Miguel Ángel Fernández Ordóñez no se pudo constatar el contagio porque ya venía inmunizado de casa. Ayer, para no dejar solos a los sindicatos, el gobernador también se manifestó, aunque lo hiciera en dirección contraria, es decir, a favor de la propuesta de retrasar la edad de jubilación y pidiendo de nuevo abaratar el despido. Hace unos meses quizás Corbacho le hubiera contestado, pero el ministro, después de rendir el fuerte, ya no está para esos trotes.

Pese a su locuacidad, hay cosas de las que Fernández Ordóñez nunca habla, con lo que perdemos la oportunidad de que nos ilumine con su sabiduría. Nos gustaría saber, por ejemplo, por qué no detectó a tiempo que la Caja de Castilla-La Mancha tenía un agujero patrimonial de más de 3.000 millones de euros, que hemos tenido que aflojar entre todos a escote, o cuál es la razón por la que se permitió a otras cajas situarse al borde la ruina asumiendo riesgos disparatados en el sector inmobiliario, esas mismas entidades que el gobernador trata de casar entre sí por eso de que el matrimonio todo lo tapa.

Probablemente se deba a esa gran visión de la jugada que el omnisciente Servicio de Estudios del Banco de España mostró en 2006 en un trabajo memorable titulado El precio de la vivienda en España: ¿es robusta la evidencia de sobrevaloración? Lean la respuesta extractada a esa pregunta: "La evidencia disponible no sustenta la hipótesis de que el auge reciente del mercado se deba a comportamientos especulativos generalizados". ¿Cómo iba a impedir el supervisor que bancos y cajas contribuyeran al fraude piramidal de la burbuja inmobiliaria si ni siquiera reconocía su existencia?

El gobernador tendría que explicarnos por qué no exigió antes las duras provisiones que piensa aplicar ahora, con lo que hubiera pinchado el globo a tiempo y, ya de paso, desvelarnos el arcano de que bancos con beneficios astronómicos sigan con el grifo del crédito cortado. Tras eso, aceptaríamos gustosos sus reflexiones sobre esa reforma laboral que tanto le obsesiona.

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