Tierra de nadie

L.B. se despide de ustedes

Hay frases que, acuñadas en su momento para salir del paso, han llegado a formar parte del repertorio más clásico del argot de los políticos. Las hay referidas a los jueces, como el ya famoso "respeto absoluto a las decisiones judiciales", a la Policía y a su "incansable trabajo" o a la ciudadanos, que "no entenderían" las cosas más inverosímiles, ya sea un pacto o un desacuerdo. Los pillados en renuncio o en sobrecogimiento, es decir, cogiendo sobres, nunca abandonan sus cargos en un acto de contrición, sino para poder "defenderse mejor" y "demostrar su inocencia". Es la manera que ha elegido Luis Bárcenas (L.B.) para anunciar que deja el Senado.

Los obligados a tomar las de Villadiego de tal guisa nunca lo hacen precipitadamente ni como consecuencia de ninguna presión, sino de manera "meditada y consensuada" con la familia, a la que siempre se inflinge un daño "irreparable", lo que sumado al "coste personal elevadísimo" que soporta el afectado ha de equivaler a un dineral, de ahí que ninguno de ellos muestre disposición alguna a devolver lo distraído. Vaya lo comido por lo servido.

Este tipo de despedidas suelen tener, además, un punto gracioso, de forma que la tragedia del abandono se torna en disparatada comedia. Así, no es que estos cesantes forzosos huyan de la arena pública avergonzados por sus actos, sino que lo plantean como un ahí os quedáis porque no nos merece la pena tanto sacrificio. Lo ha dicho muy serio Bárcenas al ABC: "No voy a volver a aspirar a un cargo público jamás (...) Es mejor marcharme de la política para siempre". Dicho de otra forma, el electorado desearía que continuase para que complete su pinacoteca y se compre otra casa a tocateja, ahora que el sector inmobiliario está muy malamente, pero el aludido se niega porque "la resistencia tiene un límite".

El aforado que deja de serlo se consuela ya que ahora tendrá una instancia judicial más a la que acudir, además del amparo al Constitucional, lo que da idea de su confianza en la Justicia o, mejor dicho, en que la Justicia se tome el tiempo que acostumbra para dirimir estos asuntos, o sea una eternidad. Su renuncia le quita un peso a Rajoy y le añade otro a Esperanza Aguirre que, según sostiene, no logra convencer a sus diputados de la Gürtel para que se defiendan mejor. Tercos.

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