Tierra de nadie

Una cita en la Moncloa

Después de un año y medio sin verse las caras a solas, Zapatero y Rajoy se han citado para mañana en la Moncloa, un sitio muy elegante donde ponen un café bueno y barato. A todos nos ha pasado. Uno quiere quedar con alguien con quien no le apetece y siempre encuentra una excusa para posponerlo: que hoy no puedo porque tengo inglés, que la semana que viene tampoco, que estoy refundando el capitalismo, que a la otra va a ser imposible porque tengo un tesorero de okupa en un despacho, y así. Desde que el presidente dijo que un día de esos llamaría al del PP han pasado ocho meses. Es lo que tiene tener la agenda más apretada que las tuercas de un submarino.

Concretado el encuentro, cualquiera imaginaría que el tema central sería cómo aliviar el drama de los 4,6 millones de parados, pero hete aquí que el orden del día sólo tiene dos puntos: la crisis griega y las cajas de ahorro. Zapatero y Rajoy no son como esos vulgares líderes portugueses, que ante el acoso contra la deuda del país, se reúnen de urgencia para hablar de Portugal. Los nuestros lo harán de Grecia y de su plan de rescate, en el que hemos comprometido 9.000 millones a devolver con intereses. Y si se abordan las repercusiones que está teniendo para nosotros la bancarrota de Atenas será de refilón, no vaya a ser que los mercados crean que estamos preocupados. Los desempleados habrán de esperar a que los griegos se reúnan para debatir sobre la crisis española y le busquen soluciones.

En los bares, donde no abundan los estadistas, hay parados que cuentan que llevan dos años sin trabajar y hablan con quienes temen ser lo siguientes en perder el empleo, y se indignan todos con los beneficios de esos bancos que no dan un crédito ni en defensa propia, y maldicen a los políticos, y dicen que todos son iguales y no paran de robar, y se preguntan qué tiene que pasar para que se pongan de acuerdo, y no entienden de brotes verdes ni de zarandajas. Ninguno de ellos es un líder, claro.

Por eso no conciben los eufemismos y que Zapatero y Rajoy no se convoquen con un único asunto a tratar: a ver cómo salimos de ésta. Lo peor es que a ninguno de ellos les extrañará que ambos concluyan afirmando que les ha sido imposible el consenso. Y habrá quien piense que no es tan grave porque, al fin y al cabo, hablaban de Grecia.

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