Tierra de nadie

La derecha progresista

Hay quien se ha tomado a cuchufleta la solemne declaración de María Dolores de Copedal de este domingo pasado en la que aventaba el nuevo ideario que luce ya el PP en su frontispicio: "el partido progresista, el partido de los trabajadores, de los autónomos, de los pequeños y medianos empresarios, y el partido que protege a los pensionistas". Ante un partido con 10 millones de votos nadie pondría en duda que se nutre de trabajadores, autónomos, empresarios y pensionistas, aunque serán muchos los que no comulguen con la rueda de molino de su progresismo. Y en esto se equivocan, porque el cuento ha cambiado una barbaridad y no digamos el sentido de las palabras.

No es ninguna novedad que la derecha ha dejado de ser conservadora, si por ello se entiende la defensa del statu quo, y se ha subido al carro del progreso, que ahora se asocia exclusivamente al desarrollo económico y no al humano. Y el progreso es dinamismo, desregulación y, ya de paso, centrales nucleares de última generación. Esta nueva derecha está a la vanguardia de la modernidad -en realidad es postmoderna-, defiende la globalización a ultranza, lucha por remover los obstáculos que se oponen a su idea de prosperidad, ya sean leyes o sindicatos, sueña con la liberalización permanente y se complace con la anorexia del Estado. Su idea es la de Grover Norquist, asesor económico de Bush en 2004: "No quiero acabar con el Estado; sólo quiero hacerlo tan pequeño que pueda ahogarlo en una bañera".

¿Y la verdadera izquierda? Ha tenido que pasar a la defensiva y hacerse conservadora. Pretende conservar los derechos de los trabajadores, a los que se intenta culpabilizar del paro por aferrarse a sus pretendidos privilegios, intenta evitar las dentelladas a un Estado del Bienestar, que no es un regalo sino una conquista y que define el mismo ser de Europa, y abandera la conservación del medio ambiente o de sus propios ideales de igualdad y justicia. Conservadurismo integral.

De la perversión de las palabras y de su envenenamiento ha teorizado mucho y bien Irene Lozano en El saqueo de la imaginación (Debate. 2008). Nada es inocente. Cambiar el significado de los términos configura nuevas realidades. Una de ellas sostiene que el PP es un partido progresista. Cospedal no miente; sólo utiliza otro diccionario.

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