Tierra de nadie

La vergüenza de Afganistán

Con la guerra de Afganistán ha ocurrido como con la crisis, que no era y no era hasta que fue. Debido a esta resistencia a llamar a las cosas por su nombre, las tropas españolas desplegadas han estado sucesivamente en una misión de paz, en una acción para devolver la libertad a los afganos y, más recientemente, en una tarea de reconstrucción del país. Tal es la información oficial sobre kilómetros de carretera e infraestructuras puestas en pie por los soldados españoles que cualquiera pensaría que la Legión es, en realidad, una subcontrata de Sacyr Vallehermoso. Aquello era una obra hasta que, en febrero de este año, la ministra Chacón habló por fin de guerra, y ahora, tras la filtración de más de 90.000 documentos clasificados, hemos confirmado lo que ya sabíamos: que es una guerra, y bastante sucia además.

El primer examen de estos documentos ha revelado que la tendencia de EEUU y sus aliados de la OTAN ha sido la de ocultar las víctimas civiles, porque en esta misión de paz tan especial primero se dispara y luego se pregunta, si es que queda alguien vivo para responder. Hasta 195 muertos y 174 heridos no declarados se contabilizan en los papeles del Pentágono, aunque es muy posible que la cifra sea mucho mayor. Están documentados ametrallamientos de autobuses llenos de niños, venganzas a morterazo limpio, ejecuciones extrajudiciales a cargo de un grupo de operaciones especiales llamado 373 y bombardeos desde aviones no tripulados escasamente selectivos, entre otras heroicidades.

Es una lástima que la Moncloa haya cambiado su página web, porque hasta hace poco se exponía un informe sobre política exterior con la verdadera razón de la presencia española en Afganistán, que no era otra que agradar a Estados Unidos: "En los últimos cuatro años se ha realizado un gran esfuerzo para impulsar las relaciones bilaterales, mediante la asunción por parte de España de compromisos militares en Afganistán, Bosnia-Herzegovina o Kosovo", se afirmaba.

El esfuerzo, en efecto, ha sido considerable. Se han duplicado las tropas y el gasto, que no baja de 500 millones de euros al año. Obama está tan contento que va a mandar a su familia a pasar unos días en Marbella este mes de agosto. Nos falta atiborrarles a paella y langostinos para tenerles definitivamente en el bote.

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