Tierra de nadie

A Gómez le han hecho un nombre

Meterse en los charcos divierte mucho a los niños y, por lo visto, también a los adultos, aunque es inevitable que se pongan de barro hasta la coronilla. De ahí que intentar ahora que el triunfo de Tomás Gómez en las primarias de Madrid no salpique a Zapatero sea una misión imposible. Lo del presidente sobre el lodo ha sido similar a los bailes por alegrías de Sara Baras en Carmen, y así no hay traje que resista sin pasar por la tintorería. Tendrá suerte si todo se arregla con una limpieza en seco porque hay manchas de una rebeldía exasperante.

Sale Zapatero indeleblemente marcado de un proceso en el que se partía de un hecho incontestable: a Gómez sólo le conocían en su casa a la hora de comer y los que le conocían hubieran elegido a otro para presidir su comunidad de vecinos. Mes y medio después, al del PSM le han hecho un nombre, que decía un veterano socialista. Si alguien hubiera planificado su lanzamiento como candidato no habría podido obtener mejores resultados. El de Parla se lo debe todo a Rubalcaba y a Blanco, que son como el negativo de una imagen de Maquiavelo: queriendo salvar al Príncipe del precipicio lo animaron a dar un paso al frente.

Con todo, lo peor no ha sido la derrota sino algunos de los argumentos utilizados contra Gómez, en especial esa obstinación suya en no aceptar el valor supremo de las encuestas a la hora de decidir quién ha de concurrir a las elecciones. Gómez debía ceder el paso a Trinidad Jiménez porque lo decía el oráculo de Delfos con un nivel de confianza del 95%. Esas mismas encuestas son las que ya hoy reflejan el desencanto con Zapatero, incluso entre los votantes socialistas. ¿Tendría el presidente que aplicarse el cuento y renunciar a presentarse en 2012 si la demoscopia insiste en que el PSOE obtendría mejores resultados con un cartel electoral en el que no aparezca su cara?

En el objetivo común de desalojar a Esperanza Aguirre del Gobierno de Madrid no se entendería que Trinidad Jiménez declinara la oferta de ser la número dos del vencedor de las primarias, sobre todo porque fue ella misma quien planteó esta fórmula con los papeles intercambiados. ¿Acaso la integración sólo funciona en una dirección? ¿Le sabría a poco a la ministra? Lo dicho: nadie puede salir de un charco sin mojarse los zapatos como poco.

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