Tierra de nadie

La ley que iba a cambiarlo todo

El revolcón que ha sufrido el Gobierno con la regulación de las descargas por Internet ha servido para recordarnos la existencia de la denominada Ley de Economía Sostenible (LES) que, según se dijo hace más de un año, impulsaría la recuperación económica a corto plazo y daría a los nuevos empleos tanta calidad como el plátano de Canarias. Con pronunciamientos tan favorables, lo lógico hubiera sido tramitar de  urgencia en las Cortes esta purga de Benito con la que íbamos a cambiar nuestro modelo productivo en un santiamén, pero en vez de eso se la dejó dormir en un cajón hasta que alguien debió reparar en ella al pasar el plumero.

El caso es que la LES, entre sus muchos avances, preveía la constitución de un fondo de 20.000 millones de euros gestionado por el ICO para inversiones en 2010 y 2011 que, o no se han ejecutado porque la ley estaba durmiendo a la bartola, o han sido tan discretas en este primer tramo que nadie ha reparado en ellas. Pero no sólo eso. Impulsaba el coche eléctrico –el scalextric será el regalo estrella de las Navidades-; implantaba la banda ancha como servicio universal a partir del próximo 1 de enero –se ha retrasado sin fecha-; fomentaba las energías renovables –sobre todo la fotovoltaica, cuyo sector está que trina-; facilitaba la constitución de empresas en 24 horas –se ha aprobado por decreto este mes y su aplicación está por ver-; reducía los consejeros de los organismos reguladores –eso ni lo veremos-; y suprimía las licencias municipales para actividades sin riesgo.

En resumidas cuentas, lo que el Congreso ha tramitado este martes era un camelo mamotétrico, un totum revolutum pensado exclusivamente para simular un combate a muerte del Gobierno contra la crisis, cuando en realidad se trataba de una exhibición de  pressing catch.

Como cualquier chapuza lo sigue siendo hasta el final, la negociación contrarreloj de la ‘disposición Sinde’ ha puesto la guinda. Por Wikileaks hemos sabido que, además de a los creadores españoles, a quien defendía la ministra de Cultura era a la poderosa industria del entretenimiento norteamericana, la segunda en importancia del país tras la aeronáutica. Obama debe de tener un disgusto del quince. Que no se preocupe el Nobel que esto se lo arregla Zapatero en el Senado le cueste lo que le cueste.

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