Tierra de nadie

IU juega a autodestruirse

Tiene Izquierda Unida una histórica tendencia al suicidio, que no se comprende en un organización que flirtea tan a menudo con la parca. Es algo antinatural porque los muertos no pierden el tiempo en quitarse la vida y los moribundos no suelen tener fuerzas para bailar hip hop en la soga. Hay quien confunde dicha inclinación con un bello ejercicio de pluralidad interna, pero los más se sienten espantados por la altísima probabilidad de que en cualquier reunión de IU los congregados terminen escindidos en grupos impares menores de tres, si es que no lo estaban ya al entrar.

Si en tiempos de Anguita bastaba con un cursillo para reconocer las distintos partidos y familias de la coalición, ahora se exige un master en Harvard. Si se encuentra con un militante de IU sepa que puede ser del PCE, de Izquierda Republicana, del PASOC, del PSUC Viu o del Partido Obrero Revolucionario, y a su vez de IU Abierta, de Alternativa Socialista, de la mayoría de Madrid, de la Candidatura Unitaria de Trabajadores, de la Nacional II o de Iniciativa Socialista de Izquierdas, entre otros. Hasta hace poco se podía ser también de Espacio Alternativo, integrada ahora en Izquierda Anticapitalista. Si todavía no se ha editado un glosario es por el temor a que alguna corriente no se vea reflejada, cree una plataforma de oposición y haya que volver a la imprenta.

Con tan pocos cargos que repartir y sin diferencias ideológicas dignas de mención, esta atomización resulta incomprensible para los electores y convierte la pretendida refundación en una quimera, ya que los teóricos fundadores han hecho de la disgregación su forma de vida. La derivada de tanto grupúsculo es una inquebrantable disposición a la pelea interna, que ahora se manifiesta en Asturias y también en Extremadura, donde, por cierto, IU ha venido multiplicándose por cero con regularidad kantiana.

Con más familias que la comunidad de vecinos de un rascacielos, se echa en falta la voz nítida de una izquierda capaz de ofrecer alternativas a ese pensamiento único que promete el purgatorio y aconseja la resignación. Es verdad que IU juega en desventaja y que lucha contra la injusticia de una ley electoral que la infrarrepresenta. Pero antes debería dar la batalla contra su propia pulsión autodestructiva, y ganarla de una puñetera vez.

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