El mundo de la vicesecretaria de Organización del PP, Ana Mato, se divide en dos mitades perfectamente delimitadas: en un lado están las cosas que le constan y en el otro las que no. Siendo Mato mujer de pocas certezas, la propuesta de Bono para que diputados y senadores hagan públicas sus rentas y patrimonio le ha permitido esta semana detallar algo sobre lo que está completamente segura: posee dos viviendas, una de ellas hipotecada, y recibe dos sueldos, el de diputada y el del partido. Todo ello le consta sin ningún género de dudas.
De otros asuntos, en cambio, es mejor no preguntarle porque Mato es persona tan ocupada que sólo atiende a lo importante y sobrevuela lo trivial con más estilo que la Patrulla Águila en los desfiles del 12 de octubre. Si a ello se añade esa prudencia innata que le caracteriza se entenderá que jamás inquiriera a su ex marido por el Jaguar que aparcaba en el garaje, o por el Suzuki que ella misma conducía y que antes fue de la esposa de Correa, o por ese mecenas con gomina que abonaba los gastos de la comunión de su hijo y la minuta de los payasos de las fiestas de cumpleaños de los pequeños, y que cada mes llegaba con un sobre de 6.000 euros para hacerle la vida más fácil a su ex pareja y a su familia.
La Policía ha presentado un informe en el que asegura que, a cuenta de la largueza de Correa y por importe de casi 28.000 euros, viajaron por la patilla el entonces matrimonio formado por Jesús Sepúlveda y Ana Mato así como sus hijos, la hermana de Mato y su sobrina y hasta la asistenta ecuatoriana, que en 2004 volvió a casa por Navidad al estilo del anuncio del turrón. A Mato le consta haber pagado los billetes de un viaje a Suiza para acompañar a su hija a un campamento de verano, y si aún no ha mostrado la prueba documental seguramente es porque, siguiendo la costumbre de su partido, siempre lleva unos miles de euros en el bolso y jamás tira de visa; del resto de viajes y billetes no se ha pronunciado, por lo que cabe suponer que no le constan.
En vista de que Rajoy metió su código ético en un cajón y ahora no lo encuentra, a la gente que paga religiosamente sus coches y sus viajes y hasta se empeña para que el niño se vista de marinerito debiera constarle todo esto al ir a votar. Hay cosas que no deben salir gratis.
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