Tierra de nadie

La confianza y la alopecia

Como siempre que llueve escampa, dábamos por descontado que el diluvio que nos anega terminaría con un apoteósico arco iris. Este fin de semana hemos sabido que, bajo su clave, se perfila la silueta de Mariano Rajoy, dispuesto a traernos, de los pelos si no se deja de otra forma, al mismísimo anticiclón de las Azores para que en un plazo no superior a dos años el trigo verdee en los campos, la miel brote de la fuentes y el paro comience a ser un mal recuerdo de esos interminables días de lluvia felizmente superados. Será en ese momento cuando los universitarios que Merkel quiere llevarse bajo sus faldas regresen como hijos pródigos y los discos de Juanito Valderrama sobre emigrantes queden proscritos para siempre.

El nuevo mundo que promete Rajoy se alcanzará privatizando a troche y moche, gastando menos que Tarzán en corbatas, despidiendo asesores, cerrándole a Mas las embajadas, bajando impuestos al turismo y a las pymes, reduciendo las cotizaciones sociales de los jóvenes y dejando abierta Garoña si es que las grietas de la vasija del reactor se pueden sellar con silicona. Con su plan, que incluiría recuperar la desgravación a la vivienda para no hacer del todo imposible otra burbuja inmobiliaria, se conseguiría recuperar la confianza, que es la llave que abre el corazón de los mercados.

Enterados de las intenciones de la oposición, a los socialistas sólo les queda plagiar las medidas a toda leche, algo para lo que están muy capacitados como vienen demostrando en los últimos tiempos, o rendir definitivamente el fuerte, una vez confirmado que con Zapatero sólo se puede contar para presumir en Europa de reformas estructurales y que Rubalcaba es calvo, tal y como ha revelado el Magazine de El Mundo en un reportaje inspirado por ese insigne periodista de investigación llamado Miguel Ángel Mellado, a quienes sus paisanos de Campo de Criptana le deben una calle tirando por lo bajo.

La alopecia de Rubalcaba es el símbolo del inexorable declive del PSOE. Si frente a esa máquina de generar certidumbre que es Rajoy, los socialistas sólo pueden oponer, llegado el caso, a un triste calvo es que su ciclo se ha acabado. ¿Qué futuro tendríamos con un presidente incapaz de hacerse la raya a un lado? Donde hay pelo hay alegría y, por lo visto, toneladas de confianza.

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