Tierra de nadie

Que se preparen los chinos

Antes de volver a orillas del Rin y en agradecimiento por la acogida dispensada, Angela Merkel dejó envuelta en papel de celofán su idea de que ligar sueldos e inflación era una antigualla antieconómica y anunció que si se queríamos que Alemania fuera nuestro primo de Zumosol frente a los especuladores tendríamos que hacernos el cuerpo a ajustar las subidas salariales a la productividad, que es lo moderno y competitivo. Tras unos instantes de titubeo en el que el nuevo presidente de la CEOE llegó a decir que eso de la productividad era como el chucrut, algo muy alemán, Rosell corrigió el tiro e hizo suyo el discurso. Le secundan, entre otros, el Banco de España y Felipe González. Zapatero habla ya de modelo flexible, así que podemos echarnos a temblar.

No vendría mal que alguien explicara cómo se mide eso de la productividad en una economía en la que sólo el 0,36% de las empresas tiene más de 250 trabajadores. Es más, deberíamos tener un ejemplo práctico de cómo averiguaría su productividad, pongamos por caso, un taller de reparación de automóviles con seis empleados y si para hacerlo tendría que tener en cuenta los ingresos que oculta a Hacienda, que aquí la contabilidad B es más típica que la paella, o únicamente los que declara, a efectos de determinar eso tan moderno como es el coste por unidad de producto.

Tras el pacto para recortar las pensiones del futuro, lo que se decide ahora en la discusión sobre el nuevo modelo de negociación colectiva es cómo se rebajan los salarios del presente. Una fórmula es desligarlos del IPC siendo éste un país en el que el diferencial de inflación con Alemania no baja de un punto aunque allí la economía crezca al 3,6% y aquí se contraiga. La otra es acabar con los convenios estatales y sectoriales, que es la única garantía que han tenido hasta ahora los trabajadores de las pequeñas y medianas empresas para no perder poder adquisitivo. Con un paro del 20% y sin presencia sindical en la mayoría de los centros de trabajo, eliminar estos convenios equivale a recortar su salario año tras año. Reconforta salir del fuego para caer en las brasas.

En definitiva, cuanto menos cobremos más productiva será la economía. Seremos más pobres pero muy competitivos, justo lo que queríamos. Que se preparen los chinos que vamos a por ellos.

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