Tierra de nadie

El pensamiento único naufraga

De los resultados electorales en los länders alemanes de Baden-Württemberg y Renania-Palatinado y en las cantonales francesas de este fin de semana pueden extraerse varias conclusiones extrapolables a España, donde la sorpresa la daba este sábado el banquero Emilio Botín al irrumpir en el velatorio de Zapatero para decirle al muerto que no sea tonto y aplace su propio entierro. Una primera lectura de las estrepitosas derrotas cosechadas por Merkel y Sarkozy vendría a confirmar que las crisis erosiona mucho a los Gobiernos que las enfrentan, tal y como por estos lares se empeñan en mostrar las encuestas que otorgan una amplia mayoría al Partido Popular.

No sería ésta, sin embargo, justificación suficiente. ¿Cómo entender el castigo a doña Angela tras su cifra récord de crecimiento económico en 2010 o a un Sarkozy que, sin tirar cohetes, ha alejado a Francia de la recesión? Pues, posiblemente, porque los electores han debido cansarse de que las recetas para combatir la crisis sean siempre las mismas y hayan de ser soportadas por los de siempre, y están ansiosos por escuchar planteamientos distintos que marquen distancias del pensamiento único que se ha apoderado de todos los Gobiernos, con independencia de su signo político.

Ello explicaría el avance desde posiciones antagónicas de Los Verdes en Alemania, beneficiados por el hipócrita mentís de la canciller sobre su conversión al credo nuclear, y del ultraderechista Frente Nacional en Francia para desesperación del pequeño Napoléon del Elíseo, o que La Izquierda de Oskar Lafontaine hay logrado por vez primera representación en Renania. También da pistas de por qué los socialistas no han engordado tanto como debieran con el desgaste de los conservadores.

Empeñados como están en que Zapatero firme cuanto antes el testamento, algunos dirigentes de su partido siguen sin asumir que lo que más lastra un proyecto es no tenerlo, al margen de quien lo lidere. El social-liberalismo es un engendro finiquitado. Sepan que, entre dos haces de heno iguales, el asno de Buridano no supo por cuál decidirse y se murió de hambre.

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