Tierra de nadie

La ley también tiembla en Lorca

Los terremotos son impredecibles pero sus efectos han de ser explicables, y en el de Lorca, el primero en los últimos 40 años con víctimas mortales, no hay justificación para tanta devastación como ha originado. Perplejo estaba el presidente del colegio de Geólogos, Luis Suárez, que afirmaba que un seísmo de 5,1 grados de intensidad no tiene magnitud suficiente para provocar un "efecto colapso", especialmente en aquellas edificaciones recientes, que debieron levantarse con arreglo a las llamadas normas de construcción sismorresistentes. Lo extraño, por tanto, es que en Murcia tiemble la tierra sino los daños que ha ocasionado en construcciones de menos de 20 años.

Las normas citadas datan de septiembre de 2002. Un Real Decreto establece pormenorizadamente qué requisitos ha de cumplir cada construcción, en función de su uso y de la zona del país en la que se encuentren. Se recoge asimismo la aceleración sísmica básica estimada para cada localidad, que en el caso de Lorca es de 0,12g. En el apartado 1.2.3. puede leerse lo siguiente: "Si la aceleración sísmica básica es igual o mayor de 0,08 g e inferior a 0,12 g, las edificaciones de fábrica de ladrillo, de bloques de mortero, o similares, poseerán un máximo de cuatro alturas, y si dicha aceleración sísmica básica es igual o superior a 0,12 g, un máximo de dos".

Pues bien, basta con echar un vistazo a las ofertas inmobiliarias de la localidad para comprobar que existen pisos a la venta en edificios de ladrillo en construcción de cuatro alturas más áticos y bajos comerciales, lo cual merecería algo más que una explicación. Por no hablar de aquellos inmuebles recientes que han sufrido derrumbes en  algunas de sus plantas y que deberían haber sido construidos para que esto no sucediera.

Urge una investigación a fondo para aclarar si, como parece, constructores y autoridades municipales y autonómicas se han saltado la ley a la torera. Duelen los muertos de este tipo de tragedias, pero duelen más si las víctimas lo son por la negligencia de algunos o el enriquecimiento de otros. Eso sí que sería completamente imperdonable.

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