Tierra de nadie

El contrato de Rubalcaba

No es que vayamos a desconfiar de las empresas españolas, que ya nos dice Zapatero que llevan la virtud como adorno y son punteras a más no poder, pero sería bueno que el candidato Rubalcaba explicara algo mas de su proyecto de contrato de empleo-aprendizaje, dirigido a jóvenes sin estudios o sin experiencia laboral, porque entre una buena idea y un coladero para cubrir gratis et amore vacaciones o picos de producción hay una línea muy estrecha. No estaría de más conocer la duración del contrato, las obligaciones que asumiría el contratante en materia de formación y, finalmente, quién abonaría los cheques, aunque ya nos podemos hacer una idea de que no serían las empresas.

Es verdad que nos puede el escepticismo, por otra parte bastante justificado. Será por esa moda de los últimos tiempos que consiste en anunciar a bombo y platillo medidas que jamás se ponen en práctica, que se aplican en el mayor de los secretos, o aquellas que como no se han puesto en práctica o se han aplicado en secreto se anuncian varias veces confiando en nuestra mala memoria.

Pongamos un ejemplo. El pasado mes de marzo, tras su segunda cita con los banqueros y grandes empresarios del país, Zapatero anunció el acuerdo para  poner en marcha un programa de 30.000 becas para la formación y prácticas de jóvenes desempleados con baja cualificación, de las que el Banco de Santander se comprometía a asumir 2.000. El programa iba a ser coordinado por el presidente de Telefónica, César Alierta, en comandita con el Ministerio de Economía. El Consejo de Ministros aprobó en abril el plan: becas de medio año a 400 euros al mes, compatibles con la formación teórica.

Las becas habrán sido un éxito de crítica y público, aunque posiblemente no se haya enterado nadie, ni siquiera los potenciales becarios. ¿Se cubrió el plan parcialmente o por completo? ¿Hubo beneficiarios? Y si los hubo, ¿encontraron luego trabajo o siguen en el paro? Los contratos que propone Rubalcaba se parecen mucho a estas becas, con la diferencia de que ahora sería el Estado quien tuviera que asumir el coste. Apuesten a que habría cola.

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