Tierra de nadie

La izquierda avanza

Mientras los empresarios más postineros ejecutaban en Barcelona un tierno besamanos a Rajoy y se ponían a los pies de su señora, anticipando que en Moncloa pronto empezará a oler a puro, los daneses devolvían el poder a los socialdemócratas, que gobernarán con el apoyo de Lista Unida, un conglomerado de partidos de izquierda. Es pronto para hablar de un nuevo ciclo político en Europa, aunque el avance del SPD en Alemania, el hundimiento de Berlusconi y sus aliados en Italia y la resurrección de los socialistas franceses son signos de que medio continente se mueve en dirección contraria a España, que ya se sabe que es diferente desde que lo certificara Fraga.

Precisamente en Francia, los seis dirigentes socialistas que disputarán unas primarias abiertas a toda la ciudadanía para elegir al oponente de Sarkozy en las presidenciales desgranaron este miércoles sus propuestas ante las cámaras de televisión. Lo hicieron sin temor a que el debate público dividiera o debilitara al partido, que debe de estar hecho de un material granítico mucho más resistente que el que cimienta al PSOE, donde la dirigencia decidió por el artículo 33 qué era lo más conveniente para los afiliados y para ella misma.

Reforma fiscal con un impuesto a las grandes fortunas y a los especuladores –al parecer los ricos franceses no se van del país si les suben los impuestos como aquí-, aumento de la plantilla de profesores, incentivos a las empresas que den empleo fijo a los jóvenes en vez de contratos temporales por tiempo indefinido como acaba de aprobar nuestro Congreso, eliminación de exenciones fiscales injustas o el impulso a las energías limpias en detrimento de la nuclear fueron algunas de las promesas de los candidatos.

Con recetas de este tipo y con una envidiable democracia interna, dos de los aspirantes, François Hollande y Martine Aubry, superan ya hoy en los sondeos al pequeño Napoleón del Eliseo. Aquí, en cambio, los socialistas afrontan la cita del 20-N con el temor a unos resultados que podrían hacer buenos los obtenidos por Joaquín Almunia en la debacle del 2000. Habrá quien se extrañe.

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