Tierra de nadie

A Laponia en manga corta

En la CEOE no hay poli bueno y el que hace de malo malísimo es su responsable de Economía, José Luis Feito, del que ya se habló aquí cuando propuso una bajada general de sueldos, una medida que a él le hubiera afectado mucho más que al resto ya que tenía al menos tres: el de la patronal, el de la presidencia del Instituto de Estudios Económicos y el del lobby de las autopistas españolas, ASETA. El salario de esta última se lo gana honradamente, pidiendo cada dos por tres que se implanten peajes en las vías rápidas, que lógicamente serían gestionados por alguna de las concesionarias que le pagan con tanta munificencia.

Como se ve, Feito es hombre de fuertes convicciones, especialmente si se le remunera para que las exponga públicamente. De sus labios hemos escuchado la propuesta de que cada cual se costee los medicamentos de menos de tres euros, algo que él mismo debiera probar con la pensión mínima que cobran más de 1,5 millones de españoles, o la de eliminar la ayuda al desarrollo, que de las hambrunas no hay por qué enterarse si no se ve el telediario. Al de la CEOE sólo le gustaba el Estado cuando le hizo embajador ante la OCDE o le facilitó un cargazo en el FMI; después le cogió mucha manía por lo visto.

Su última aportación al debate ha sido la de dejar de pagar a aquellos parados que rechacen una oferta de trabajo aunque ésta sea en Laponia. Presupone Feito que las prestaciones que reciben son una concesión graciosa que igual se quita que se da, e ignora -quizás porque él canaliza sus ingresos a través de una sociedad patrimonial para que Hacienda sólo le retrate de perfil-, que los asalariados contribuyen a financiar con el 1,55% de sus ingresos el seguro de desempleo. ¿Sabe lo que es una nómina este representante de la patronal?

A Feito habría que hacerle vivir la crisis como la experimentan los parados o los que ni siquiera llegan a mileuristas, como lo hacen las familias que no pueden encender la calefacción o los que sobreviven con la pensión de sus padres. Después, si le apetece, podría ir de avanzadilla a Laponia, pero en manga corta, como los valientes.

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