Tierra de nadie

Lírica catalana: la cara de Mas era un poema

El manual del buen Mesías incluye varios requisitos a tener en cuenta. El ungido debe, en primer lugar, conocer bien el camino, lo que en cierto modo le convierte en un guía turístico. No conviene anunciar la visita a las pirámides de Egipto y acabar en un crucero por los fiordos, ya que eso despista mucho y constipa al respetable que iba en manga corta. En segundo lugar, ha de asegurarse de que sus servicios sean exclusivos, ya que si es notorio que no ha inventado nada y que otros guía local ofrecía históricamente esa misma ruta, lo probable que muchos viajeros prefieran al experimentado antes que al pipiolo.

Todo esto lo ignoró Artur Mas al prometer la Tierra Prometida de la independencia y ahora se ve en una encrucijada muy complicada de gestionar, toda vez que ha comprobado que el grupo de veraneantes que ha reclutado no le da para cubrir gastos y que puede verse obligado a pactar con la competencia, con el consiguiente peligro de que se haga en exclusiva con la ruta y con los turistas. Por ello es probable que a Mas le crucifiquen los suyos, un final clásico, sí, pero que se trata de evitar en los master de mesianismo de las universidades más prestigiosas. Ni siquiera un final como el de Moisés sería aceptable para el president, que no es hombre de largas caminatas por el desierto ni mucho menos de ceder al final a otro el paso para que cruce la meta en su lugar.

Sin ánimo de adivinar cuál es el deseo real que los catalanes expresaron ayer en las urnas –para eso ya están las encuestas del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, que es que lo clavan (mayoría absoluta para CIU y el PP segunda fuerza, ¿recuerdan?)-, lo cierto es que no hay una única lectura posible. Tan cierto como que Mas se ha dado un costalazo del quince es que las posiciones soberanistas crecen ligeramente en conjunto, aunque sería temerario suponer que estos resultados pudieran trasladarse miméticamente a una consulta sobre la independencia. De hecho, estos apuntes que traslado a continuación pueden estar acertados o ser un completo disparate:

1- La diversidad de la sociedad catalana –hay quien a esa diversidad la llama erróneamente fragmentación- hace casi imposible las mayorías absolutas, como las últimas convocatorias electorales han puesto de manifiesto.

2- CiU tiene más éxito cuando sus dirigentes se visten de señores de derecha de toda la vida y transpiran seny con la americana puesta. Cuando se echan al monte, se les atragantan las cuestas, especialmente a Durán i Lleida, que para colmo se ha pasado la campaña con muletas. Pero no sólo eso les ha desgastado. Los recortes salvajes y la corrupción, al margen de que Mas sólo conociera Suiza por las postales y por los extractos bancarios de las cuentas de su padre, también han hecho lo suyo.

3- El cielo de ERC puede ser también su techo. Un día le pregunté a Joan Puigcercós si los de CiU eran más listos que los republicanos. Me dijo lo siguiente: "Los de CiU han demostrado ser listísimos. Nosotros, en cambio, preferimos tener principios". Entre éstos, uno es alcanzar la soberanía, el Estado propio, y otro es una ideología de izquierdas. Tendrá que renunciar a ella para pactar con CiU y sus votantes no suelen perdonar a quienes se pasan de listos.

4- Lo del PSC no es una dulce derrota sino un sálvese el que pueda. La deriva de esta gente es oceánica. El almirante Rubalcaba ha convocado ahora en diciembre un cónclave territorial para decidir a qué juega el partido en lo que a la estructura del Estado se refiere. No hay nada mejor que fijar el rumbo desde el fondo del mar.

5- Se lo habían puesto como a Felipe II, pero el PP sigue siendo la cuarta fuerza de Cataluña, puesto al que está condenado por mucho que Sánchez-Camacho se vista de lagarterana. Son demasiadas las mutaciones que han de darse para que una manzana alcance el tamaño de una sandía, yendo como van tan justitos en genética. Para los populares la situación es mejor ahora que antes de las elecciones, pero se engañaría Rajoy si creyera que el dolor de cabeza se ha terminado y puede echarse a dormir a la bartola, como es tradición de la casa.

6- Quienes se reían de Ciutadans –un servidor también lo hizo en su día- somos candidatos a un puesto en el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat. Rivera, que ya no se hace fotos en pelota picada aunque lleve unas chaquetas muy horteras, ha demostrado que existe un hueco a explorar en sectores de la izquierda no nacionalista. Era éste un caladero del PSC hasta que les dio por naufragar en otros mares.

Así las cosas, las habas están contadas. CiU no puede gobernar en solitario y, descartado por razones obvias el pacto de Lagartera, sólo podría hacerlo con ERC o con el PSC. La apuesta soberanista aconsejaría la primera de estas alianzas, pero cuesta imaginar esta boda por la repulsión que produce la novia en esos apuestos convergentes, todos de buena familia e ilustres apellidos. La segunda opción representaría para CiU la escenificación de la derrota y la eutanasia activa para los socialistas. La salida final pasaría por nuevas elecciones con otro candidato de CiU, menos guapo, menos listo y menos mesías que Artur Mas, cuya contribución a la lírica catalana se dibujaba anoche en su cara: todo un poema. Continuará.

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