Tierra de nadie

Rajoy nos monta este viernes un escrache

Como la paciencia tiene un límite, después de tanta protesta y de tanto señalamiento a compañeros suyos del PP, Rajoy ha decidido pasar al contraataque con una maniobra definitiva con la que darnos un escarmiento. Sabedor de que entre él, De Guindos y Montoro se sobran y se bastan para tenernos rodeados, el presidente se dispone este viernes a consumar un escrache masivo con nuevos recortes y sin necesidad de pegatinas, que lo ponen todo perdido y tienen al gremio de porteros de finca muy sublevados.

Se veía venir desde que De Guindos se lo dijera a The Wall Street Journal, que junto con el Financial Times, se han convertido en los portavoces del Gobierno cuando libra Soraya Sáenz de Santamaría. En un inglés fluido y en un alarde de transparencia, el titular de Economía anunció que la recesión de este año será tres veces superior a la prevista, con lo que se confirma que la luz que se veía al final del túnel es la de un Talgo que nos viene de frente.

Otro en su lugar habría mandado, por inútil, a De Guindos a un banco de inversión para que siguiera vendiendo preferentes como hacía en Lehman Brothers, pero Rajoy no cree que se haya equivocado en su estrategia de asfixiar al enfermo para que le baje la fiebre, y ha decidido colaborar colocándole al pobre una almohada en la boca, que a lo mejor le mata pero en silencio.

Las nuevas medidas servirán para acrecentar la confianza en el país, que es la clave de bóveda de la política de Rajoy. Todo contribuye a ello: estimar que el PIB caerá un 0,5% y cambiar de la noche a la mañana la previsión al 1,5% da confianza; anunciar un déficit del 6,74% en 2012 y que tenga que venir Eurostat a decirle a Montoro que, en realidad, es del 6,98% y que deje de hacer trampas, da confianza; y aprobar unos Presupuestos en diciembre a los que ahora hay que meter la tijera, da más confianza todavía.

Rajoy es de fiar y, además, orteguiano. El problema no son las previsiones sino las circunstancias, que son muy cabronas. No hay que preocuparse de que la economía triplique este año el retroceso previsto porque el presidente acaba de asegurar que 2013 será malo pero menos, aunque no sepamos en relación a qué. Y hay que creerle cuando afirma que este viernes no subirá los impuestos, ya que, como todo el mundo sabe, hay más viernes que botellines.

El marxismo de Cospedal –la parte contratante de la primera parte en relación al finiquito diferido del contrato simulado de Bárcenas-, ratificado en su reciente acuerdo de colaboración con el Partido Comunista chino, impregna ya toda la acción del Ejecutivo. Las previsiones eran unas pero, como no gustaban a Merkel, ni al FMI, ni al universo de analistas del mundo mundial, el gran líder tiene otras y las está cambiando. Por una cuestión de confianza, obviamente.

No hay, por tanto, lugar para el pesimismo, como cada día nos recuerda Montoro. Si Cospedal es el verbo del PP, él es la sonrisa del Gobierno. Lo suyo, hay que reconocerlo, no son las subordinadas. Ayer andaba el ministro especialmente eufórico al enterarse de que la prima de riesgo había bajado de 300. Colocar el riesgo país a los niveles en los que lo dejó  Zapatero representaba, a juicio del contable mayor del Reino, un éxito sin precedentes, ya que ello permitirá que nos financiemos a tipos "históricamente bajos". ¿Quién dijo miedo?

Aunque pueda parecerlo, España va bien, y no es por hacerle la pelota al estadista del bigote. No hay motivo para algaradas callejeras, asedios al Congreso o movilizaciones contra el desahucio de personas que, para más inri, no son del PP, que diría la presidenta a tiempo parcial de Castilla-La Mancha. Conviene, además, no enfadar a Rajoy, que haciendo escraches colectivos con los Presupuestos del Estado es un demonio.

Más Noticias