Tierra de nadie

La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido

Hay gente obstinadísima o un poco sorda que no termina de enterarse de que el Gobierno ha decidido poner fin a la crisis por real decreto, que es como se hacen las cosas en un país serio como éste. En su descargo hay que decir que un martes fue ese ojeador experto que es Luis de Guindos el que divisó un par de brotes verdes a babor y al día siguiente se nos anunció que la pradera entera había florecido, toda una primavera exprés por la que el mundo ha vuelto a admirar la jardinería española.

A partir de aquí caben pocas excusas para esos empecinados que se llaman a andana, ya que el Gobierno se ha dedicado en cuerpo y alma a anunciar la buena nueva, especialmente Rajoy que, aunque es hombre que odia repetirse, no para de decirnos que el invierno económico ha terminado y que tengan cuidado los alérgicos, porque se espera una explosión incontenible de azaleas, jazmines, clivias, azahares y amapolas que nos van a echar un polen como Dios manda.

Así que sólo por nuestro carácter distraído, que aquí nos vamos a por el pan y nos dan las tantas, cabe explicar los datos de la EPA del último trimestre, en los que el paro ha bajado en 8.400 personas pero sólo gracias a que la población en edad de trabajar disminuyó en 74.000. Ello significa que 66.000 ciudadanos cogieron el petate en busca de climas más cálidos o que, simplemente, ya ni buscan empleo para evitarse los sabañones de los pies.

El problema, en consecuencia, no es que sigamos a la cuarta pregunta como podría parecer sino que tenemos unos compatriotas incapaces de escuchar las noticias o de leerse los editoriales de los diarios que fueron independientes y de la mañana, donde por activa, pasiva y perifrástica se ha comunicado la nueva era de florida prosperidad.

Por lo de Coca-Cola, que ha anunciado 700 despidos, 500 recolocaciones y el cierre de cuatro plantas embotelladoras, no hay que preocuparse. Se trata, sin duda, de la última fase de su campaña de marketing de latas personalizadas. Cada uno de los afectados por el ERE recibirá pronto un bote con su nombre para que las familias de Carlos, Andrés, María y de Raúl, por sólo citar unos cuantos nombres, comprendan el sentido último de la chispa de la vida. ¿Se acuerdan del "Coca-Cola es así" o "Desde 1886 repartiendo felicidad"? Pues eso.

Florece España. Los mirlos, que diría Valle, cantan en las ramas y sus cantos se encadenan en un ritmo remoto como las olas del mar. Mientras, en Davos se reúnen los grandes líder empresariales y políticos del mundo mundial. Para dar a conocer el prodigio fotosintético de nuestra economía pisarán la nueve suiza Ana Botella y el ministro Soria, cuya primera misión será la de escribir sus propios currículos en el folleto del Foro, que la organización dejó en blanco quizás por exceso de original.

Nadie tan capaz  para  describir esta apoteosis de la naturaleza en pleno mes de enero, esta consagración de la vida donde brota el PIB y germinan las ventas de coches, este insólito renacer de las cenizas en las que seguimos ardiendo. Si una, la alcaldesa, ha sido bendecida por su don de lenguas, el ministro puede presumir de ser el único ser humano que entiende la factura de la luz. A ellos les corresponde anunciar que la primavera ha venido y nadie, pero nadie, sabe cómo ha sido.

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